El presidente de EE.UU. George W. Bush, condenó la decapitación del rehén estadounidense Paul Johnson en Arabia Saudita por milicianos islámicos y dijo que   Estados Unidos no será intimidado por “forajidos extremistas”.

En Eagleswood, Nueva Jersey, los familiares de Johnson permanecían recluidos en su casa, rodeada de periodistas y equipos de medios televisivos.

El secuestro de Johnson generó fuertes reacciones en EE.UU., donde la opinión pública aún no se recupera de la conmoción provocada por la decapitación el mes pasado de un joven empresario norteamericano en Iraq,  Nicholas Berg. La esposa de Johnson había pedido ayer a los secuestradores que lo liberaran.