Las conclusiones preliminares de la comisión independiente sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 (9-11), que evidenciaron las graves deficiencias de seguridad en EE.UU. en ese  entonces, hacen temer a los estadounidenses que el país continúe sin estar preparado contra un nuevo ataque.

El informe de la comisión, que incluye desde las palabras falsamente tranquilizadoras de los aeropiratas hasta la locura vivida por los responsables de la seguridad aérea, exponen el escalofriante cuadro de un país atacado sorpresivamente por un enemigo devastador.

Cuando Al Qaeda atacó a EE.UU. el 9-11, con aeropiratas suicidas, la inteligencia estaba desprevenida, la defensa del territorio paralizada, la red de transmisiones saturada y la respuesta fue inexistente. El resultado fue la muerte de unas tres mil personas en los ataques terroristas.

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Los testimonios descritos por la comisión investigadora independiente mostraron que el pánico por los ataques provocó la desorientación que llevó a enviar cazabombarderos de la base de  Langley, cerca de Washington, hacia el océano, cuando los terroristas ya habían estrellado los aviones contra las torres del World Trade Center en Nueva York.

Las lagunas en la información de inteligencia explican además el desconocimiento total de los planes de Al Qaeda, que incluían secuestrar diez aviones comerciales en lugar de  cuatro, para estrellarlos contra objetivos estratégicos en Estados Unidos.

Pero la pregunta fundamental de los estadounidenses es “dónde estaba  nuestro ejército cuando debía defendernos”, señala Jamie Gorelick, miembro de la comisión.

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Además, las revelaciones de la comisión de que no había evidencia de una “relación de colaboración” entre el ex presidente iraquí Saddam Hussein y Al Qaeda, acusada de organizar los ataques del 9-11, pusieron al presidente de EE.UU., George W. Bush, a la defensiva y se convirtieron en un importante factor para las elecciones de noviembre.

“...Los reportes de la comisión han contribuido a erosionar la credibilidad de Bush. Estos temas serán centrales en los debates presidenciales”, dijo el politólogo David Birdsell, del Baruch College en Nueva York. Stuart Rothenberg, editor político, afirmó que “Si parece que estamos fracasando en Iraq, el público buscará razones para criticar a Bush en todo y tomará las críticas de la comisión”.

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El drama en los aviones
Vuelo 11 de American
En el vuelo 11 de American  Airlines, los controladores aéreos de Boston se
contactan con el Sector de Defensa Aérea Noreste, reportan el secuestro y
solicitan un avión F-16 “u otra cosa para  ayudarnos”.

Les preguntan: “¿Es verdad
o se trata de un ejercicio?”. Nueve minutos más tarde, el Boeing 767 se estrella contra
 la torre norte del World
Trade Center de Nueva York.

Vuelo 175 de United
El vuelo 175 de United Airlines quedó bajo responsabilidad de un controlador aéreo de Nueva  York, que “desgraciadamente” ya estaba encargado de reubicar el vuelo 11.

Los controladores alertan  a sus superiores, quienes les dicen que están demasiado ocupados con el primer avión secuestrado.

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Un minuto después de pedir ayuda militar el vuelo 175 se estrella contra la torre sur del World Trade Center.

Vuelo 77 de American
Aviones de combate despegan tras recibir la orden del Ejército de interceptar el vuelo 77 de American Airlines que retornaba a Washington y que creen es el número 11, de la misma aerolínea, que desciende hacia Nueva York.

Los aviones, mal orientados, en vez de doblar hacia el norte, se dirigen hacia el océano, a 240 km de allí, mientras el vuelo 77 se estrella contra el Pentágono.

Vuelo 93 de United
 Este vuelo que se dirigía hacia San Francisco también se desvió a  Washington. Los controladores aéreos del sector sugieren informar a la Fuerza Aérea. El Ejército pide a las autoridades aeronáuticas que decidan un eventual uso de  aviones caza. Un funcionario responde: “Se fueron todos  de la habitación”. 
El vuelo 93 se estrelló en un campo de Pensilvania tras una  intervención de los pasajeros.