“Gano 26 dólares de jubilación y no me alcanza para nada. Esto es una infamia”, gritaba ayer Víctor Manuel Ramírez, de 66 años, mientras mostraba el recibo de pago que le entrega cada mes el Instituto de Seguridad Social (IESS).

De esta forma, el pensionista expresaba su indignación afuera de las oficinas del Instituto en Guayaquil, al no tener una respuesta concreta del Consejo Directivo del IESS para que les aumenten sus ingresos. El organismo lo único que ha informado por medio de un comunicado es que existe una firme decisión de hacerlo”. Pero Víctor no era el único que se quejaba. Sus compañeros de la asociación El Arbolito y el Frente de Defensa de Jubilados también lo hacían.

Ellos cerraron las calles Francisco Lavayen, Olmedo y Boyacá, y quemaron llantas. Otros retirados, en cambio, de la agrupación Publio Falconí reclamaban desde el interior del edificio. Ellos se tomaron la dependencia el miércoles anterior y no han salido de allí. Lorenzo Ortiz, de 82 años, exclamaba: “El presidente no sabe nada”. Sin embargo, estas medidas han ocasionado que algunos jubilados se enfermen. Ocho personas sufrieron una baja de presión por el estrés emocional que viven, confirmó un médico del Seguro que los atendió.