Gran estupor e indignación causa ver una gran cantidad de mendigos en las calles de Guayaquil, y sorprendentemente no hay ninguna autoridad u organismo del Estado, o privado, que los recoja para darles protección. Esos seres pasan día y noche a la intemperie, bajo cualquier asecho de la cada día más agresiva y peligrosa delincuencia.

El Municipio, fundaciones o algún organismo del Estado creo que serían llamados a una regeneración humana, a recoger y proteger a estas personas abandonadas de la sociedad.

Se observan cuadros desgarradores de tragedia humana: mendigos enfermos, hambrientos y ancianos en harapos, que duermen en las calles dando un aspecto deprimente a nuestra hermosa ciudad.

Publicidad

Es hora ya de solucionar este problema que afecta a desposeídos.

Ing. Gilbert F. Ortega Calderón
Guayaquil