Cambio radical ha dado la ciudad, poniéndose acorde con cualquier urbe moderna en su regeneración, pero está dotada de un servicio de transporte obsoleto.

Me refiero al taxi amarillo tradicional, que pese a haber tenido el monopolio del transporte por décadas, nunca evolucionó como verdadero concepto empresarial; se ha mantenido sin comodidad (no tienen aire acondicionado obligatorio) para el usuario.

Embarcarse en algunos taxis es llegar al sitio de destino oliendo nuestra ropa, piel y cabellos a gasolina; despeinados; y si los asientos están en mal estado, con resortes salidos, hasta con la ropa desgarrada; o con el peligro de que algún pillo se haga pasar por taxista y haga de las suyas.

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Ante este panorama emergió un servicio que no es más que el de transporte puerta a puerta.

El usuario llama por teléfono y un vehículo último modelo, con aire acondicionado, chofer identificado y registrado por la empresa, llega a la puerta de su casa, oficina y lo transporta como a verdadero ser humano por el mismo costo que los taxis tradicionales.

Para eso, los choferes han sido entrenados en cortesía, relaciones humanas e inclusive hablan varios idiomas.

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No existe competencia entre uno y otro, cada uno tiene sus usuarios y sistemas de trabajo, donde existen grandes diferencias. El usuario es el único que decide cuál usar.

Rocío Díaz Villacís
Guayaquil

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Hace unas semanas estuve en Guayaquil. No había visitado mi ciudad en tres años. Noté muchos cambios positivos y me dio gusto que haya mejorado en su aspecto y luzca bonita con ese malecón impresionante.

También me di cuenta de los problemas crónicos del transporte urbano como el de los taxis. Hay unos que se caen a pedazos de lo viejos, botan humo y la gente que está atrás de estos solo respira monóxido; los choferes manejan fatalmente sin ningún respeto a la vida de nadie.

Ojalá que se trabaje para dar un mejor servicio de transporte (taxis y también colectivos) a la ciudadanía.

Gastón Zavala
Weston, EE.UU.        

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