A qué se va a una librería? Por supuesto que a comprar libros. Eso ya no es lo único que se hace. Quienes las  frecuentan, también pueden sentarse cómodamente a leer, tomarse un café y discutir sobre los temas de sus obras preferidas.

Unos libreros dicen que sucede desde hace  20 años; otros, afirman que son 10. El hecho es que todos están de acuerdo en que las librerías en Guayaquil se han transformado.

Antes solo se iba a una librería, únicamente para pedir una obra y comprarla. Quienes acuden a ellas, ahora también  pueden sentarse cómodamente y observar lo que van a adquirir.

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Estos establecimientos, que se encuentran  en la mayoría de centros comerciales, tienen muebles y sillas disponibles para los clientes, hay servicio de cafetería y hasta realizan actividades culturales como talleres, conversatorios, lanzamientos de obras nuevas o exposiciones.

Clientela cautiva, seguridad, parqueo, ambiente agradable para relajarse... Estas son las características que los dueños de librerías mencionan cuando se indaga el porqué de la presencia imprescindible de estos lugares en los centros comerciales. “La gente vuelve porque en el centro comercial encuentra un montón de cosas  y no tiene que estar de un sitio a otro para buscarlas”, afirma Florencio Compte, propietario de la Librería Compte, quien tiene su local en el Mall del Sol desde que este se inauguró.

Pero no solo tiene que ver con la comodidad. Germánico Olmedo, dueño de la librería Nueva Selecciones, del Policentro, asegura que “todos los mercados, no solamente el de libros, se dirigen a los centros comerciales. Boutiques, ópticas, todos se dirigen hacia allá porque la gente quiere encontrar todo en un solo lugar cuando sale de compras. Entonces se compra un vestido, se compra un libro y se va a su casa”.

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La atención también es importante para los clientes. Margarita de Baquerizo, propietaria de Librería Vida Nueva, enfatiza la labor del librero como una misión especial: “Los libreros tenemos que ser personas preparadas para atender a un público con necesidades mayores, no es como comprarse unos aretes. Esta mañana me llamó alguien y me dijo: Margarita, necesito un libro para un chico que no quiere saber nada de la vida; yo enseguida pensé en ti para que tú me lo recomiendes. Lo que pasa es que yo estoy muy cerca de los libros, los pido, los hojeo. El vendedor de libros debe tener un conocimiento profundo de qué es lo que hay para poderlo recomendar”.

La literatura infantil también tiene su espacio. Los libreros afirman que mientras los padres compran libros, los pequeños van a las secciones destinadas a este tema en el mismo lugar, se divierten leyendo y piden a sus padres que les lleven uno.

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Justo León, quien trabaja en la  Científica, ubicada en el centro de Guayaquil, cree que una gran competencia es internet, pues el público tiene más facilidad para acceder a una información sin adquirir  libros.  Sin embargo, varios libreros aseguran que cada vez son más las personas que acuden a las librerías, compran textos y  asisten a los eventos que se desarrollan en ellas.