Si la seguridad ciudadana es responsabilidad de todos, qué mejor que los entes representativos de la sociedad colaboren en tan compleja tarea, pero hasta el momento nada concreto y beneficioso para la ciudadanía se ha logrado.

Lo peor y grave es que los responsables de la seguridad pública propendan a invadirse sus espacios y misiones, que en forma clara lo establece la Constitución.

Los resultados de planes anteriores –uno de los cuales tenía un mando y dirección bicéfalos– y sobre la última noticia de televisión acerca de un gran plan de seguridad liderado por el Ejército, lo que hacen es confundir a la ciudadanía.

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Qué pena que se dé eso. Escuchar a autoridades de Policía que a su institución no se la ha tomado en cuenta. No quiero pensar que haya proselitismo. La planificación y conducción de la seguridad en tiempos de paz le compete a la Policía Nacional, no al Ejército, peor a la Dirección Nacional de Movilización.

La inseguridad a la que hemos llegado por la delincuencia exige una planificación profesional, de consenso; debe estar a la cabeza el Gobernador y dirigida por la Policía Nacional. El Ejército, la Municipalidad de Guayaquil, la Comisión de Tránsito del Guayas, la Defensa Civil, las compañías de seguridad privadas y otros, lo que deben hacer es apoyar el cumplimiento de las tareas del plan; qué mejor si el personal y medios del Ejército se integran en los recorridos de vigilancia, despliegan la búsqueda de información, entre otras cosas.

La principal causa que ha roto el principio de autoridad e institucionalidad es, justamente, que los responsables de instituciones públicas han invadido responsabilidades ajenas. El objetivo de la seguridad pública como de la privada es el mismo: propende a evitar o disminuir pérdidas de vidas y propiedades. ¿Hemos logrado esto?

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¿Con redadas a sitios donde se consume licor y hay prostitución aplacaremos la delincuencia? ¡Por favor, los robos de carros, a domicilios, gasolineras, etcétera, no se dan en áreas por cubrirse por el Ejército. Los países desarrollados nos hacen ver que la mejor manera de mitigar estos azotes es con acuerdos de ayuda mutua y mejor si se cumple la ansiada rendición de cuentas.

C.P.P Miguel Guzmán Ruiz
Guayaquil