Parecería que en el país se ha entrado en un tiempo de espera.

Lo importante será que el Gobierno no tome la disminución de la violencia verbal, también de la violencia material, como una conformidad social, porque los problemas están ahí, no se han solucionado y en parte se siguen agudizando.

En lo político, el Congreso debe resolver sobre los procesos que se han impulsado en el Comité de Excusas y Calificaciones y en la Comisión de Fiscalización. No tengo mucha esperanza de que se llegue a buen fin, por la historia de lo antes acontecido, de los pactos y los balanceos políticos, de acción u omisión, que están por encima del código de ética y de las normas jurídicas. En lo legislativo, debe pronunciarse sobre las reformas al sector eléctrico y petrolero. La hora no es para estatismo, pero tampoco de entregarse irracionalmente a los posibles inversionistas, que puede ser que no quieran matar a las gallinas de los huevos de oro, pero sí llevarse, si se les permite, todos los huevos de oro.

El Ejecutivo tiene que sensibilizarse sin afectar la disciplina fiscal y la racionalidad.
No puede ser que se trabaje con cifras falsas de la macroeconomía. En la gestión del ministro Mauricio Pozo, que en la imagen exterior tuvo seriedad y que realmente fue apolítica –poco le importaba lo que piensen o quieran el presidente Gutiérrez y los otros ministros de Estado–, no sé si con el consentimiento o en desconocimiento de él se manipularon las cifras más que en otras administraciones. El Gobierno no efectuaba las transferencias que debía realizar, se asignaban fondos de inversión para después de pocas semanas llevárselos, bajo el argumento de que no se habían empleado los recursos, en evidente burla por los tiempos a que obligan los procesos de la contratación pública; se retuvieron devoluciones del IVA en perjuicio de las instituciones del sector público, sin pagar los intereses que señala la ley, sumándose acciones y omisiones tendentes a ocultar obligaciones. Ojalá el ministro Mauricio Yépez verdaderamente sincere las cifras, sin manipulaciones.

El país exige menos espectáculo. Esa imagen del presidente Gutiérrez de repartir créditos del Banco Nacional de Fomento, por ejemplo, está lejos de enviar la imagen de seriedad en lo que debe ser una política de crédito; buena parte de esos recursos está siendo desviada. La foto solo fue la foto, igual las tomas en la televisión.

En educación, conjuntamente con el Ministerio del área y con la Municipalidad de Guayaquil, en los próximos días la Universidad iniciará el programa de reconstrucción de baterías sanitarias. Ojalá sea el ejemplo para otros programas similares. En Guayaquil el costo total del programa no llega a 2,1 millones de dólares. Posiblemente con veinte millones de dólares en todo el Ecuador puede replicarse el programa para mejorar la calidad de vida y de estudio de los niños y jóvenes, así como de maestros y padres de familia.

Hay que fortalecer la prevención de salud. Los esfuerzos para evitar epidemias en el Litoral, en el último invierno del 2004, merecen reconocimiento.

Esperar no debe tomarse como complacencia colectiva. La calma da tiempo y oportunidad de hacer, también para fortalecer los reclamos sociales.