En la sesión del cabildo de Santiago de Guayaquil del 15 de septiembre de 1660 se anotó que los otroras tupidos bosques de Bulubulu habían sido literalmente destruidos para suplir las necesidades de la construcción naval, se decidió que a partir de entonces no se permitiría a ningún particular extraer madera sin una licencia especial. Las penas iban desde multas y decomiso de la madera hasta el exilio del infractor.

A los pocos años se comprobó que dichas regulaciones eran eludidas o simplemente violadas. Esta historia suena familiar.

¿Qué se ha hecho al respecto en más de tres siglos?

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Jaime G. Valle Sornoza
Guayaquil