Desde mañana, en la Biblioteca del Teatro Centro de Arte se realizará   un taller de lectura de la obra de Cervantes. Esta actividad se propone abordar  la célebre obra dentro de amplios contextos.

En realidad la obra se llama El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su personaje Don Quijote de la Mancha, el caballero de la Triste Figura; después de muchas aventuras pasó a ser El caballero de los Leones. Pero novela y protagonista se han fusionado en una universal, única palabra. El célebre nombre ha creado derivados: quijotesco, quijotismo. Y hasta quien no ha leído los dos tomos que encierran 126 capítulos, sabe algo sobre el libro o su autor.  ¿Por qué tanta reverencia frente a ellos? ¿De dónde tanta admiración, tanto comentario y elogio?

Todo esto porque se trata de una novela eterna y total. Que a los seguidores contemporáneos les exija un poco más de trabajo que a los menos distanciados en el tiempo de su mundo de asuntos, lenguaje y referencias, no le resta un ápice de su encanto y trascendencia. Es solo cuestión de actitud.

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Una vez educado el lector en el convencimiento de que “trabajar” con un libro reporta más goces y entendimientos que el mero pasar los ojos por las palabras, la empatía con su contenido fluye rauda.
Hay que equiparse, eso sí, con una edición anotada que llene las brechas que los siglos han cavado bajo buen número de términos, de los refranes y hasta de las costumbres del renacimiento español.

El Quijote es novela para todos los tiempos. El caballero enloquecido a costa de novelas de caballerías es un personaje interesante, porque presenta todas las facetas de la condición humana. Prevalecen los lados nobles (sentido de la justicia, solidaridad, fe en la libertad, en el adecuado gobierno, en la palabra), pero es capaz de rabietas, vergüenzas y sus equivocaciones provocan consecuencias negativas. Sin embargo, llama poderosamente la atención cuán frescos están determinados significados dentro de su ficción envolvente.

Cervantes supo mucho sobre las mujeres. O deseó para ellas otra suerte de lo que acontecía en su contorno. Porque los personajes femeninos de su historia son seres ávidos de libertad, de respeto, de un puesto de acción en la sociedad. Mientras la dama de los sueños del Quijote, Dulcinea, existe en la palabra evocadora porque él la construye y la necesita, las demás, se encuentran con el caballero andante porque buscan arreglo a sus problemas de honor.  El matrimonio todavía se experimentaba como un compromiso sustentado en la palabra. Y las mujeres creían en él, mientras los varones quebraban fácilmente su juramento.  El Quijote restaura el valor de la palabra dada. En su código estricto basta jurar para entregar el alma y la vida.

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En el presente de desgobierno en nuestro país, el Quijote le daría buenas lecciones a nuestras erráticas y vulnerables autoridades.  Cuando campea la mentira y el doble discurso, él cree en la sinceridad y el enfrentamiento abierto; cuando la clase noble revela sus dobleces y corrupciones, nuestro hidalgo actúa limpiamente, bajo el riesgo de la burla y la compasión de los demás.

La historia desarrolla todo esto en esa línea zigzagueante que supone el hecho humorístico y su hondo significado.  El Quijote es novela de humor, de humor rico y diverso, inteligente y agudo para satirizar las miserias.  Tal vez esta es la vertiente más al alcance del lector común, tan deseoso de aligerar con ficciones las pesadas cargas de la vida.

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Una de las facetas más invitadoras de esta novela es su carácter inagotable. Después de la primera lectura (esa que debe hacerse a una edad relativamente madura, pese a que en los colegios bien valen de enganche algunos capítulos representativos), luego de que se ha degustado su saborcillo añejo y múltiple, se debe volver a ella en diferentes momentos, en lecturas saltadas.  Cada lector desarrolla sus puntos favoritos.

Con ojos húmedos de un híbrido sentimiento risa-llanto se puede seguir la carta del Quijote a Dulcinea e ingresar al alma del “ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón”, el amante
sublime.  Y entender cómo la literatura entable relaciones de complementación y lucha con la vida.  Y ver en la cercanía de Don Quijote y Sancho el triunfo del diálogo.

Mensajes para ayer y para hoy.  Cervantes sigue férreamente vivo. Lo importante es verlo así no solo como un fenómeno significativo para España, el país que fue su cuna, sino para toda comunidad que hable el idioma español. Desde esta óptica, el Quijote es también territorio de encuentro de los hispanohablantes. Entonces, celebrar que en el 2005 esta novela cumple 400 años de emanar sus maravillas, es cosa de todos nosotros.

Notas

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Taller
La crítica literaria Cecilia Ansaldo ofrecerá desde mañana un taller de lectura del Quijote de la Mancha.
Esta actividad se propone abordar la lectura de la célebre novela de Cervantes dentro de amplios contextos históricos, lingüísticos y literarios.

Métodos
Se avanzará gradualmente a lo largo de todos los capítulos del libro, buscando sus símbolos más clásicos y también viéndolo desde una perspectiva actualizada.

Horarios
El taller consta de  sesiones de dos horas cada una, que se desarrollarán desde mañana hasta  el mes de
noviembre próximo, cada 15 días. Las sesiones serán los miércoles de 17h00 a 19h00, en la biblioteca del Teatro Centro de Arte. Informes se obtienen en el teléfono 235-4921.