Actualmente en Estados Unidos hay prisioneros incomunicados durante años, los diarios no pueden fotografiar los ataúdes de los soldados muertos que llegan desde Iraq y el gobierno puede rastrear en forma secreta los libros que leen los ciudadanos y las películas que ven.

Pero las libertades civiles podrían erosionarse mucho más antes de que EE.UU. diga “basta”, por el miedo que produjeron los atentados del 11 de septiembre del 2001.

“Estamos en guerra, por eso no nos molesta”, dijo Ken Weinstein, del Instituto Hudson.

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Para Karlyn Bowman, experta en sondeos del Instituto Estadounidense de la Empresa (AEI), “no habrá un cambio de opinión”.

Históricamente, perder libertades civiles en un periodo de miedo no es nada nuevo en EE.UU. “La pregunta es, con los intolerantes que buscan destruirla, cuán tolerante puede ser una sociedad tolerante”, dijo Weinstein.

Isaac Kramnick, de la Universidad de Cornell, dijo que los momentos de temor son menores comparados con el ataque del 11-S y la forma en que está siendo explotado y manipulado por el presidente George W. Bush.

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En la Guerra Civil, Abraham Lincoln suspendió el  hábeas corpus.
Durante la I Guerra Mundial, el temor al comunismo llevó al sentimiento antiinmigrante y antiobrero, y en la Guerra Fría, alimentó a la Comisión contra Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes del Congreso.

 

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