Los comerciantes aseguran la compra  y el precio del molusco con la entrega anticipada de dinero.

Un total de 984 pescadores, entre ellos la gobernadora de Galápagos, Alexandra Cedeño (PSP), quien posee licencia Parma (permiso de armador que trabaja en la reserva marina), como dueña de una nave pesquera, están registrados en el archipiélago de Galápagos.

En cambio los comerciantes de estos moluscos suman una decena y deben renovar su licencia cada año ante el Parque Nacional Galápagos.

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Los pescadores de Galápagos recibieron, hace  mes y medio, anticipos para la venta de los pepinos que capturen durante el periodo de pesca que, si no se presentaban desacuerdos entre las cooperativas pesqueras y la Autoridad Interinstitucional de Manejo (AIM) de la Reserva Marina, debía comenzar el 31 de mayo pasado.

Personal del Parque Nacional Galápagos (PNG), pescadores y comerciantes del molusco revelaron a este Diario que ese dinero proviene de compañías o exportadores de Guayaquil y Manta, quienes reciben pedidos y dinero por adelantado de comerciantes de países asiáticos como Japón, Corea, Taiwan y, en mínima cantidad, China.

Los anticipos sirven para financiar la salida de los pescadores a sus faenas, especialmente, asegurar la compra, pues a mitad del periodo de pesca, la demanda aumenta y el precio sube. El año pasado la gaveta de cien pepinos (que luego de cocinar con sal y secar quedan entre 10 y 12 libras) se comercializó a inicios de temporada en $ 80, pero al final llegó a $ 250.

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La desesperación fue tal el año pasado, que los compradores, nacionales y asiáticos, se enfrentaron a golpes en los puertos de desembarco en Puerto Ayora, Baquerizo Moreno y Villamil, mencionan los pescadores y certifican Julio Paredes y Henry Yánez, oficiales de conservación de recursos marinos del PNG.

En este año se calcula que la gaveta comenzará pagándose desde $ 120, pero puede subir hasta  300, según la demanda que desde ya existe. Con esas cifras, los participantes en la pesca y el negocio estiman que Galápagos recibirá una inyección económica de  10 millones de dólares si se pescan los 4 millones de ejemplares que autorizó la AIM.

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“A todo pescador le doy cierta cantidad para solventar la salida del viaje, y pago el precio del mercado. Siento la necesidad de cada uno de ellos porque están sin trabajar desde hace meses y tienen deudas”, afirma el comerciante Édison Moreira, quien dice sentir orgullo de dar la cara.

Moreira, propietario de dos embarcaciones, una de pesca y otra de cabotaje, y un restaurante, explica que  trabaja con el exportador guayaquileño Francisco Puig. El año pasado adquirió 60 mil libras.

“No crea que el pepino es la mina de oro. El pescador y el comerciante reciben poco.
El negocio es una gran cadena y por eso al final llega a costar $ 220 (cotización promedio en los países asiáticos).

Cada salida de una nave pequeña, para una faena de 15 días, necesita  una inversión de  $ 3.000, entre gasolina, aceite, comida y equipos básicos de buceo. El gasto para un barco grande, llamado nodriza y que recibe la carga de los pequeños, fluctúa en los  $ 30.000.

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En cada jornada diaria, un grupo de cuatro personas puede capturar entre una y cuatro gavetas, de $ 250 a $ 1.000. Cuando dependen de un patrón (dueño de la panga), entre el buzo y el motorista reciben el  35%. Los pescadores galapagueños aceptan que perciben un promedio de entre $ 80 y $ 120; un propietario de embarcación puede obtener hasta $ 1.000.

Otros comerciantes
Además de Moreira, los pescadores mencionan a otros comerciantes, entre ellos Luis y Roberto Avecillas y Lenín Pazmiño, quienes representan a un ciudadano asiático de apellido Hi, supuestamente el mayor comprador de pepino en el archipiélago.

Un pescador que pidió el anonimato denunció que, a diferencia de Moreira, hay comerciantes que entregan dinero a los pescadores con la condición de que les vendan todas las capturas a un precio fijado antes de la pesca, muy barato con relación al que se cotiza en el mercado.

“Nos pagan $ 80 por la gaveta y como es compromiso hay que venderlos a ese precio, a pesar de que los otros pagan hasta $ 250. A veces aceptamos la plata porque no tenemos qué comer; si sacamos al chulco (préstamo), el interés es del 20%”, expresa el pescador.

 Moreira, que hoy apoya el paro de los pescadores y está en la toma del PNG en Puerto Ayora, admite que sí se presentan muchos de esos casos.

Los pescadores que intervienen en el paro indican que ellos son los verdaderos galapagueños, los que incluso dan la vida para sobrevivir.

Es porque la pesca de pepinos se hace mediante buceo a profundidades de hasta 30 metros y los buzos mueren por descompresión, si no toman las precauciones del caso. En el 2000, doce personas fallecieron en esa tarea, el año pasado fueron dos.

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