Dicha ciudadela está ahora altamente contaminada por el ruido y la basura. Desde temprano somos despertados por los gritos de los choferes de los buses, que llaman la atención de los pasajeros.

Somos invadidos por vendedores ambulantes que dejan montañas de desperdicios en la vía. De nada vale levantarse temprano a barrer las veredas, porque antes de las 09h00 ya están sucias. Luchamos para que los informales no ocupen las entradas de nuestras viviendas.

También se ha cambiado la señalización de las calles internas, y para llegar a nuestros hogares debemos hacer filas interminables junto a los buses que se estacionan en la calle, esperando pasajeros. Ya no podemos parquear los vehículos. Mi padre debe guardar su carro en un garaje próximo, pues no podemos entrar ni salir con los coches libremente desde las casas.

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Todo el sector de Naval Norte desde la avenida de las Américas, hasta la ciudadela Atarazana y la Junta de Calificación, es un basurero.

Si bien es cierto que la ordenanza se dio para preservar las nuevas áreas regeneradas de la ciudad, no hay derecho a caotizar otros lugares como nuestra ciudadela; debe haber otra solución como esta: que todos los buses intercantonales lleguen a la terminal terrestre.

Ing. José E. Manners Nazareno
Guayaquil

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