El Papa Juan Pablo II, tenaz adversario  de la guerra en Iraq, reclamó este viernes al presidente norteamericano, George  W. Bush, una "rápida normalización" en ese país y, aunque no pronunció la  palabra "tortura" condenó vigorosamente los malos tratos infligidos a los  prisioneros iraquíes.
 
El anciano Papa pidió a Bush que Naciones Unidas y la comunidad  internacional "participen activamente" en la resolución del conflicto tanto en  ese país como en todo Medio Oriente.
 
"Señor presidente, su visita se produce en un momento de dificultad en el  mundo, en Medio Oriente y en Irak", dijo el Papa, quien pidió mayor cooperación  entre Estados Unidos y Europa para resolver los conflictos, incluidos los de  Africa, y lograr la paz entre los pueblos.
 
El pontífice condenó también implícitamente las torturas infligidas a los  prisioneros iraquíes por soldados estadounidenses.
 
"En estas últimas semanas han salido a la luz acontecimientos deplorables  que han afectado la conciencia cívica y religiosa de todos y dificultado el  compromiso sereno y determinado a favor de los valores que compartimos", afirmó  en su discurso.
 
"Si esos valores no se respetan, ni la guerra ni el terrorismo pueden ser  derrotados", agregó Juan Pablo II.
 
El pontífice abogó también por que se reanuden las negociaciones en Medio  Oriente y pidió que se fomente "un diálogo sincero y determinado entre el  gobierno israelí y la autoridad palestina".
 
Para el Vaticano se trata de un punto clave para la estabilidad mundial y  considera que Estados Unidos tiene la capacidad de presionar para lograr una  solución.
 
Pero no todo fueron críticas a Bush. El soberano pontífice elogió la  política de Estados Unidos para la promoción de la vida y de la familia.
 
El presidente de Estados Unidos, que apareció un poco intimidado dentro del  palacio renacentista, dirigió tan sólo unas breves palabras al jefe de la  Iglesia Católica tras entregarle una medalla especial de la presidencia.
 
"Su compromiso a favor de la paz y de la libertad inspiró a millones de  personas y ayudó a superar el comunismo y la tiranía", dijo Bush.
 
La ausencia de discursos y declaraciones del jefe de la Casa Blanca  terminaron por develar la verdadera razón de la visita de Bush, según los  editorialistas de la prensa italiana.

"Vino para la consabida foto con Juan Pablo II para poder exhibirla a los  electores católicos poco antes de las elecciones del 2 de noviembre", comentó  uno de los canales de la televisión.
 
Estados Unidos cuenta con 60 millones de católicos, divididos entre  republicanos y demócratas y su voto puede influir en el resultado de la  contienda electoral.
 
Bush, que luego asistió con el jefe del gobierno Silvio Berlusconi a una  breve conmemoración de la masacre de las Fosas Ardeatinas, la mayor matanza  cometida en Italia por los nazis durante la ocupación de la capital, pasó el  resto de la jornada en la residencia de la embajada de Estados Unidos.
 
A pesar de la alarma lanzada la víspera por Berlusconi, que confesó sus  temores de atentados y del imponente dispositivo de seguridad desplegado por  toda la ciudad, más de 30.000 personas salieron a las calles del centro de Roma  para protestar por la visita de Bush y la guerra que lidera en Iraq.
 
Sólo unos tumultos, que siguieron a algunos momentos de tensión, fueron  registrados durante la marcha organizada por una decena de organizaciones  pacifistas, Verdes y comunistas, quienes estimaron que cerca de 150.000  personas adhirieron a la misma.
 
"Demostramos que somos una oposición responsable", declaró Romano Prodi,  presidente de la Comisión Europea y líder de la oposición de centro-izquierda.
 
Bajo una enorme pancarta con el lema "No war, no Bush (No guerra, no Bush)"  líderes de las organizaciones pacifistas, así como de los partidos políticos de  izquierda, comités de solidaridad y movimientos estudiantiles marcharon por las  calles del casco histórico.
 
Roma, que el 15 de febrero del 2003 movilizó a tres millones de italianos  en contra de la guerra, una de las manifestaciones más multidinarias de su  historia reciente, será recordada esta vez por el color azul de los uniformes  de la policía que dominaba la ciudad.
 
Bush viajará el sábado a París para reunirse con el presidente francés,  Jacques Chirac, y el domingo participará en Normandía de las ceremonias por el  60º aniversario del desembarco aliado.