Los olores y sabores de la milenaria cocina china inundan con más fuerza por estos días el Barrio Chino de La Habana, sede de un festival dedicado este año al arte culinario de los chinos que llegaron por primera vez a Cuba un día como ayer de 1847 a bordo de la fragata española Oquendo.

Desde principios de esta semana, el Barrio Chino de La Habana es la sede principal, y por séptima ocasión, del Festival de Chinos de Ultramar.

Auspiciada por el Grupo Promotor del Barrio Chino de La Habana y de la Federación de Asociaciones Culinarias cubanas, la fiesta reunió a más de 70 delegados procedentes de China, España, Francia, Canadá, Estados Unidos, Perú, Vietnam, Panamá y Ecuador.

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El programa del festival incluyó demostraciones de chefs, presentaciones de platos tradicionales de las distintas regiones de China, talleres científicos y conferencias sobre el tema.

El Barrio Chino está ubicado en la popular zona capitalina de Centro Habana, exhibe una mezcla de la auténtica herencia de los chinos que emigraron a la isla en varias oleadas desde hace más de un siglo y hasta los años cincuenta, con los aires del Caribe.
 
Ayer  se cumplieron 157 años del desembarco de los primeros 206 chinos culíes llegados al puerto de La Habana, a los que siguieron más de 130.000, pero el 13% de ellos falleció en la travesía y otro porcentaje similar a causa del rigor de los trabajos forzados, castigos y enfermedades.
 
Entre 1860 y 1875 llegó una segunda oleada desde California (EE.UU.), que a diferencia de los culíes tenían más instrucción y habilidades para los negocios y recursos económicos para instalar las bases del que fuera el mayor enclave del país asiático en América Latina. En Cuba, a mediados del siglo XX, la población china se calculaba en 40.000 personas, y entonces el Barrio Chino estaba considerado el más populoso de la región.
 
De acuerdo con datos facilitados por el departamento de residencia del Grupo Promotor, hoy solo habitan en las 40 manzanas del Barrio poco más de 30 chinos de edades muy avanzadas, el mayor de ellos, Alfonso Chao, de 102 años, y en total, son unos 160 los chinos que viven en la capital cubana.