Ni bien se posesionó  de ministro de Economía, el economista Mauricio Yépez declaró que nadie se beneficiaría de un manejo populista de la economía. Con esa frase ratifica que se mantendrá el programa económico que defendió a capa y espada su predecesor Mauricio Pozo.

Estas declaraciones de Yépez Najas eran de esperarse, ya que el programa económico fue elaborado de manera conjunta con el Central y el Ministerio de Economía, y plasmado en la carta de intención en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Al menos para el futuro inmediato, queda absuelta la interrogante sobre qué pasaría con el programa económico.

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Una serie de hechos puestos en marcha en el mes de abril, y que culminaron con la renuncia del economista Pozo Crespo el 31 de mayo, crearon dudas con respecto a la longevidad del programa económico.

Como respuesta a la cada vez mayor intensidad de las protestas de las distintas instituciones del Estado por el no desembolso de recursos, y ante la suma de las voces del PSC y DP a las de aquellos que venían propugnando el juicio y destitución del Presidente, entre los cuales la ID y Pachakutik, Lucio Gutiérrez ofreció a la administración pública aumento de sueldos. Fue secundado por el ministro de Trabajo, quien a su vez anunció mayor gasto corriente, para lo cual se modificaría la ley que obliga al país el ahorro en los tiempos de altos ingresos petroleros, para prevenir las crisis fiscales en momentos de caída del precio del petróleo.

La renuncia del ministro Pozo parecía indicar que el Presidente había retirado el respaldo al programa económico, y que por eso se iba el ministro de la cartera.

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Pero de ser ese el caso, el Presidente habría escogido a otro sucesor, ya que todo lleva a pensar que Yépez mantendrá la defensa del programa, por convicción y autoprotección, ya que las recientemente aprobadas leyes fiscales castigan a las autoridades económicas que transgreden los límites estipulados de gasto público, y que constan en el Presupuesto del Estado.

La ley requiere que con la mayor parte de los excedentes petroleros, se retire la deuda pública. Dado el extraordinario precio del petróleo y el aumento de la producción de las compañías privadas (Petroecuador recibe libre de polvo y paja en promedio el 25% del crudo operado por las privadas) se podrían retirar 600 millones de dólares en bonos globales durante el año. Como los bonos globales 2012 tienen un interés del 12%, eso reduciría en 50 millones de dólares anuales, de manera indefinida, la carga de la deuda sobre el presupuesto. Se abriría el camino para que se pueda destinar, de manera permanente, y a partir del siguiente año, partidas de 50 millones de dólares anuales de inversión social (no para pagar más por los mismos servicios).

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En el Ecuador no es popular pagar deudas. Pero la historia del último par de décadas nos cuenta que a la postre, por lo que nos atrasamos en pagar, finalmente nos pasan la cuenta, y con intereses de mora.

El retiro de la deuda es lo que permite que nuestra economía sea sustentable en el mediano plazo.

¿Y qué pasaría si se abandona el programa económico? Pues habría una bonanza de corto plazo, como la que tendría cualquier ciudadano que retira sus ahorros del banco y se los gasta. Pero después, al menor traspiés, como podría ser un bajón del precio del petróleo (improbable este año, pero quien sabe más adelante), el país podría caer en una muy aguda recesión ante la falta de dinero circulante y habría el peligro de una crisis económica quizás peor que la de 1999.

Tiene razón Yépez. Nadie sale ganando con el populismo económico.

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