Los conductores de vehículos de servicio masivo de pasajeros que circulan por las calles de la urbe, luego de una llovizna no se toman la molestia (ni nadie los obliga) de asear la carrocería de sus unidades, al llegar o al salir de la estación de transportes.

Al rodar en esas condiciones causan un espectáculo deprimente e indigna ver cómo se desplazan ante la mirada indiferente de los agentes de tránsito. ¿Alguien ha visto en esos vehículos instalado algún extintor de incendios tal cual lo ordena la ley, o ha observado que el chofer utilice un cinturón de seguridad, no un remedo?

Ab. Manuel A. Díaz Trujillo
Guayaquil