La transmisión de Miss Universo en vivo para 600 millones de televidentes comenzó con desperfectos de sonido en la presentación inicial de las candidatas, por cortesía de los técnicos locales -estoy seguro de que esto no sucedió en el resto del mundo- que no pudieron sincronizar las voces de los traductores ecuatorianos. Así, nos perdimos las palabras de una buena parte de las chicas, mientras se introducían a destiempo los países de origen, en medio de la confusión general.

Estos relajitos ya son de rigor en transmisiones con traducciones simultáneas y se han repetido demasiadas veces, quizás porque el vertiginoso ritmo del show y su objetivo de apretar un espectáculo de dimensiones faraónicas en solo dos horas, es tarea para un Spielberg y no para un Trump. Mover a más de ochenta chicas en coreografías que duran pocos segundos, a veces convierte al evento en algo parecido a un hipódromo.

Pero la adrenalina que se desborda aquí es contagiosa y más si la candidata de los ecuatorianos estaba entre las diez finalistas después de la primera hora. Los dos conductores, Daisy Fuentes y Billy Bush -primo del Presidente de EE.UU.- lucían como una exótica especie de acróbatas orales al mantener el suspenso con los repetidos “¿quién será la finalista?”. Y hasta vimos a una acróbata de verdad suspendida del techo durante el desfile de trajes de gala. Para encerrar la acción, este año la escenografía implementó un fondo donde aparentemente se proyectaban visiones del país anfitrión, pero en la pantalla esto casi no se veía. Claro, el show es de las misses y ni la diminuta Gloria Estefan pudo hacer mucho para aligerar los nervios generales. Los brevísimos documentales con escenas del Ecuador intercalados en el programa pasaban con una velocidad vertiginosa,  más o menos con el mismo acelere de los pasos de las reinas.

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Es casi imposible discernir los auténticos valores en estos concursos, especialmente cuando las chicas tienen que probar sus dotes intelectuales en respuestas a preguntas frente a millones de televidentes. ¿Quién puede aguantar semejante presión? Quizás por eso Miss Paraguay invocó la memoria de Eva Perón, olvidando que una figura tan polémica no la ayudaría ante el jurado. O la finalista norteamericana, que con su sonrisa congelada hizo un llamado -o al menos así se entendía en la temblorosa traducción- para que “las mujeres y los hombres cuiden a los niños”. Allí la pobre se fregó. Finalmente, la que gana debe ser la más bella y natural.

Para la transmisión televisada del Oscar, Hollywood ya nos ha hecho descubrir previamente a muchos de los premiados en sus películas y hay casi cuatro horas para presentarlos. Miss Universo, donde las bellezas de todo el mundo y sus países de origen están en vitrina, debería renovar su estrategia y ofrecernos un espectáculo mucho más interesante que el que se pudo ver anoche, a pesar del impacto promocional sin precedentes que el show pueda tener para difundir la belleza del país.