El New York Times publicó lo siguiente en uno de sus editoriales del jueves, 28 de mayo:

Desde los atentados del 11 de septiembre, se han sostenido serias conversaciones con respecto a incluir una fuerte presencia cultural en la reconstrucción del lugar de los hechos. Merece la pena recordar por qué. Con toda la gravedad del sitio en sí, y con toda la dignidad del diseño de un monumento para recordarlo, por parte de Michael Arad, el sitio preciso de los atentados tiene que ver con recordar las vidas de quienes murieron en ataques terroristas o los sucesos que ocasionaron sus muertes.

De manera similar, tiene que ver con la creación de una nueva vitalidad. El surgimiento de un nuevo centro cultural en el Bajo Manhattan es una forma de ir más allá de la memoria, una forma de enriquecer, realizar y reinterpretar el contexto emocional del mismo 11 de septiembre. Deberíamos visitar dicho sitio para honrar a las víctimas y recordar ese día, pero también deberíamos quedarnos a celebrar la vida misma en una forma que solamente el arte nos permite hacerlo.

La posibilidad más interesante es una mezcolanza de cuando menos tres entidades culturales diferentes. Una combinación atractiva incluiría al Teatro Joyce, a la Compañía Teatral Signature y al Centro Drawing, junto a un reacondicionado Centro de la Libertad. Estos unirían en el lugar de los hechos los mundos de la danza, el teatro y las bellas artes, en un racimo de espacios para las artes escénicas y espacios para galerías que llenarían el calendario cultural a lo largo de todo el año.

Los centros anteriores, salvo por el último, estaban planeando una expansión o mudarse antes del 11 de septiembre del 2001, y ofrecen una diversidad y calidad, aunado a imaginación cultural, que le va bien al Bajo Manhattan, amén que daría impulso a la vida cultural en esa porción de la ciudad. En lugar de un solo teatro de 2.200 asientos, habría cuando menos cuatro teatros, cuyas capacidades irían desde 200 hasta 1.000 localidades.

Lograr que lo anterior funcione requerirá de alguien con visión y energía -así como capital político- para dirigir una nueva fundación que crearía el centro cultural y monumento. Esta no es tan solo una oportunidad para reunir fondos, aunque eso indudablemente formará parte de la tarea. Esta es una oportunidad para reconstruir el Bajo Manhattan desde abajo, para amplificar e iluminar el significado del 11 de septiembre, así como para avivar el vecindario.

© The New York Times News Service.