El Papa elogió ayer a las comunidades y grupos católicos surgidos en los últimos años por considerar que son “una respuesta providencial a la actual demanda de nueva evangelización”.

Juan Pablo II presidió ayer en la Plaza de San Pedro una ceremonia solemne con motivo de la víspera de Pentecostés, que se celebra hoy, a la que acudieron unas 15.000 personas, representantes de diferentes comunidades y asociaciones católicas de diferentes países.

El Pontífice leyó toda la homilía, durante la cual afirmó que son necesarias “personalidades maduras y comunidades cristianas vivas” para avanzar en el camino de la evangelización.

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El Pontífice expresó su deseo de que la espiritualidad propia del tiempo de Pentecostés se difunda en la Iglesia “como un renovado impulso de oración, de santidad y de comunión”, y pidió a los creyentes que “imploremos y acojamos el regalo del Espíritu Santo, luz de verdad y fuerza de auténtica paz”.