Alawi dirigirá Iraq hasta las elecciones a principios del 2005, según los planes diseñados por EE.UU., y su nombramiento tiene el respaldo de las Naciones Unidas y el administrador provisional estadounidense de Iraq, Paul Bremer.

Alawi, de 58 años, médico de profesión, es un ex seguidor del derrocado Saddam Hussein, pero luego colaboró con la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) para sacar al líder iraquí del poder. Su prestigio en el país no está tan menoscabado como el de su primo Ahmed Chalabi, visto como una simple marioneta de EE.UU.

El principal desafío de Alawi será celebrar elecciones, pues Iraq es una nación con tensiones religiosas y étnicas, que no tiene tradición democrática.

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Muthanna Al Tabakchli,  editorialista del diario Azzaman, el más leído de los cotidianos iraquíes, dijo que “no habrá un verdadero cambio en Iraq el 30 de junio. Será  una vez más un gobierno elegido por los norteamericanos”.

“La comunidad internacional intenta dar la impresión a los iraquíes de que van a tomar en manos su destino, pero si mañana Bagdad quiere firmar un tratado  militar con Irán, ¿piensa que será aceptado?”, afirmó Abdel Jabbar Ahmad Abdalá, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de  Bagdad.

Agregó que será John Negroponte designado por Washington como primer embajador de EE.UU. en el Iraq post Saddam quien dirigirá la política de Iraq después del 30 de junio, y estará a la cabeza de lo que será la mayor embajada  norteamericana en el mundo, con 1.700 personas (1.000  estadounidenses y 700 iraquíes).

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“La soberanía es una mentira”, comentó el politólogo Adel Rauf, que dirige la revista Estudios iraquíes.

Pero en Washington, el presidente de EE.UU., George W. Bush, anunció ayer que el futuro gobierno interino iraquí tendrá la “soberanía plena” luego del 30 de junio.

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Mientras tanto, cinco iraquíes y dos periodistas japoneses murieron ayer en ataques pese a la tregua que rige desde el jueves.