La selección de Iyad Allawi como primer ministro iraquí da a Washington un importante éxito político luego de una serie de embarazosos fracasos en Iraq.

El político chiíta comenzó sus tareas inmediatamente, consultando el sábado con el enviado especial de la ONU para escoger a los 26 miembros de su gabinete.

Pero Allawi tendrá que actuar con premura para resolver el problema que preocupa más a los iraquíes: La falta de seguridad en el país.

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Sus partidarios en el Consejo Gobernante Iraquí, que le escogieron para el máximo puesto el viernes, y sus críticos, concuerdan en que Allawi tiene la determinación y es lo suficientemente despiadado como para lidiar con la crisis de seguridad en Iraq _ incluyendo una insurgencia sunita en Bagdad y en áreas al norte y el oeste, una revuelta chiíta en el centro y el sur del país, y una serie de atentados suicidas que han matado a centenares de personas.

Iyad Allawi ciertamente tiene el potencial para ser brutal, dijo Abbas al-Robai, un importante allegado del clérigo extremista chiíta Muqtada al-Sadr, cuya milicia ha estado enfrentada a tropas de la coalición ocupante desde abril en Bagdad y en sur y el centro del país.

Allawi, un neurólogo de 58 años descrito por el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, como un líder bueno y capaz, pudiera estar en la mejor posición para ayuda a rescatar la política de la Casa Blanca en Iraq, sumida en el caos creado por la crisis de seguridad y violencia.

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Sus contactos con el antiguo ejército de Saddam Hussein son amplios y datan de 1990, cuando Allawi estableció el Acuerdo Nacional Iraquí, un grupo opositor que atrajo a numerosos oficiales del ejército que escaparon del régimen de Saddam y prepararon un fallido golpe de estado en 1996.

Allawi ha sido cortejado por la CIA desde que estableció el grupo, y sus partidarios en Washington tratarán de que él reclute a antiguos oficiales iraquíes para liderar el nuevo ejército entrenado por Estados Unidos aquí.

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Esa fuerza gradualmente asumirá las responsabilidades militares en Irak una vez la coalición ocupante transfiera el poder al 30 de junio.

Desde que el administrador estadounidense en Iraq, L. Paul Bremer, relajase la prohibición de acceso al nuevo gobierno a miembros de la jerarquía de Saddam, el uso de antiguos oficiales iraquíes ha resultado útil en el restablecimiento de calma en varios lugares del país.