El liderazgo y temperamento fuerte se percibe desde la mirada. Aquellos ojos verdes de Patrina, conocida en Hungría como la Reina Gitana,según los gitanos que habitan en Guayaquil, vigilan cada paso de los veinte miembros de su tribu. Transmite fortaleza cuando pronuncia el destino de la persona que esté al frente y también entrega dulzura cuando los pequeños se acercan a jugar con sus cabellos.

En una de las tres carpas ubicadas en la esquina de las avenidas Francisco de Orellana y Agustín Freire, la Reina Gitana cuida de los suyos. Se preocupa de que no les falte alimento, vestido o limpieza.

Los dones que posee para leer con perfección el destino de las personas a través del tarot y de las líneas de la mano se los debe a Dios. Asegura que cada pronóstico lo dedica a Santa Sara, una especie de Virgen María en Hungría, a la que los gitanos le hacen una promesa de fe desde cuando tienen 15 años.

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Esta mujer de 35 años y de contextura gruesa recuerda que en su país, Hungría, una mujer llevó a su hija enferma y casi desahuciada para que ella la sane.

La Reina logró curarla a través de “secretos”. Dice que no puede revelar los materiales o las invocaciones que hizo para solucionar este caso por privacidad de la menor.

Su compañera Lunying, cuyo seudónimo gitano es Carmen, la interrumpe y asegura que ese hecho fue seleccionado por el rey de ellos –quien les entrega 500 dólares mensuales– para designarla como la Reina.

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Patrina no se ruboriza ante las declaraciones. Dice que su destino es aconsejar a las personas y tratar de solucionar sus problemas.

Aparte del ‘don’ que dice tener para leer el tarot y las manos, también lee libros de magia y cartomancia para conocer más de la doctrina. Ella espera enseñar el arte de la lectura del destino a los cuatro niños que viven bajo su carpa a quienes observa y  contagia de ternura.