Por consiguiente, si existiesen motivos graves para que el Departamento de Estado de los Estados Unidos le hubiese retirado la visa a alguno de los funcionarios que la prensa ha mencionado estos días, en principio eso no debería afectar al régimen en su conjunto.

Bastaría con ordenarle a dicho funcionario que dé una explicación ampliamente satisfactoria... o dejar que el fusible se queme.

En su lugar, los hombres y mujeres del Palacio de Carondelet parecen haberse perdido una vez más en el laberinto que ya conocemos: nadie sabe nada y todos dan versiones contradictorias.

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Con eso se le añade fuego al clima político, ya de por sí muy caldeado.

Durante la campaña electoral se ofreció absoluta transparencia para derrotar la corrupción, y días atrás el Gobierno dio su respaldo a la Ley de Acceso a la Información. Pero en el asunto que estamos comentando, a lo único a lo que hemos tenido acceso es a la desinformación y la incertidumbre.

¿Es que nadie en el círculo del Presidente se da cuenta del daño que estas contradicciones provocan?

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¿O es que, quienes sí lo observan, no tienen voz ni voto en el círculo más íntimo del poder?