El lunes 10  me dirigí al Registro Civil, en la  ciudadela Atarazana, con el propósito de actualizar la cédula de identidad de mi hija.

Fui al mediodía porque a esa hora no hay mucha gente. Me acerqué a una ventanilla y un joven me explicó que las personas que estaban efectuando cola eran las que tenían tique desde el día anterior, y si necesitaba la cédula tenía que regresar al siguiente día a las 06h00. Entré a la oficina para cerciorarme: una señora que hacía de “jefe” explicó que la cámara se había dañado y no tenían material, que incluso iba a convocar a una rueda de prensa por la falta de estos.

Salía con el propósito de regresar al siguiente día, cuando se me acercó una de tantos tramitadores y me propuso que la cédula me la sacaba en 20 minutos; le dije que era imposible por la  falta de material, a lo que ella me contestó que tenía su “contacto”: solo valía $ 13; $ 6 el costo de la cédula, $ 5 su “contacto”,   y los $ 2 por su trabajo.

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Por insistencia de mi hija accedí, no sin antes recomendarle que le cambié su nivel de estudios a superior. Le anexé el documento que certifica el mismo y ella me contestó que por el cambio le cobraban $ 1 más; como rebasó el límite de corrupción, me di media vuelta sin obtener ese propósito.
Ing. Juan Domínguez Palacios
Guayaquil