“Nací para servir. Para mí es una alegría estar en la parrilla”, comenta el ex arquero de Emelec, que hace tres años volvió a conocer a Dios mediante la lectura de la Biblia y dice que regresará al estadio Capwell, pero para hablar de Jesús.

La demanda de comida  fue tanta que debió ampliar el negocio a pocos meses de inaugurado.

El Ñato dice que tuvo problemas para atender a tanta gente. “No sabía cómo pagarles a los once primeros empleados. Hoy esto ya no es mío porque 300 familias viven del negocio”.

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En su faceta como dirigente recuerda que en el 88 recibió de Fernando Aspiazu, ex presidente de la Comisión de Fútbol de Emelec, $ 40.000 para contratar jugadores foráneos. “Traje a Miguel Falero, Rubén Beninca y Xavier Baldriz, $ 20 mil de vuelto y 100 pares de zapatos”. En ese año Emelec quedó campeón.