Los indígenas de Pastaza y Orellana ahora buscan delimitar su territorio y vivir tranquilos.

A las 09h30 del 26 de mayo del 2003, nueve huaorani que salieron desde la comunidad de Tigüino dos días antes, localizaron una choza del clan taromenane en el sector Cuchiyacu, zona intangible (intocable) de la Amazonia ecuatoriana. Los huaorani atacaron con escopetas y lanzas y mataron a 26 taromenane. Como trofeo, tomaron la cabeza de una de las víctimas y la llevaron a su comunidad.

Hoy, cuando se cumple un año de la matanza, a esa misma hora, 35 huaorani, entre hombres, mujeres y niños, tenían previsto cruzar por un sector cercano al sitio del ataque. No van en busca de sus enemigos sino a una fiesta que durará cuatro días, en la comunidad Bameno, conocida como Sandoval.

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“No tenemos miedo. No pasará nada porque nosotros evitaremos cualquier confrontación. Taromenane nos ayudan a cuidar la selva y queremos protegerlos”, dice Iki Ima, dirigente de Tigüino.

Semanas después de la matanza, mientras la Fiscalía de Pastaza tramitaba un proceso de indagación, un Consejo de Ancianos Huaorani perdonó a los nueve guerreros.

“Fue con la condición de que ya no ataquemos. Si otra vez hay muertes, huaorani entregará a los culpables a las autoridades”, dice Jonathan Ima, uno de los atacantes. Esa es la decisión que, dicen, respetarán los huaorani.

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Transcurrido un año, la indagación fiscal está en suspenso en el despacho del agente fiscal Marco Vargas, en Puyo, “por falta de pruebas”.

El debate que se abrió sobre la matanza tampoco prosperó y según la Iglesia y dirigentes indígenas nada ha cambiado en la zona del ataque. Los madereros siguen operando en el sector y el riesgo de que haya más muertes sigue latente.

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El director del Departamento de Cultura del Consejo Provincial de Orellana, Wilson Romero, señala que los sucesos del futuro en el territorio intangible son impredecibles. “Puede durar años y no pasar nada, como duró la venganza de los huaorani con los taromenane, por la muerte del miembro de su etnia, Carlos Ima”, destaca.

No obstante, el funcionario menciona que el organismo trata de concienciar a los huaorani para que no se maten entre hermanos. Actualmente, dos dirigentes de Tigüino y Bataburo, Richard e Iki Ima, trabajan en ese departamento y son los encargados de guiar a sus vecinos.

Romero explica que los sucesos violentos se dan por la intromisión de colonos, madereros y petroleros en la zona de reserva. “Estamos trabajando con los huaorani porque queremos que se integren a la sociedad pero mantengan su cultura”, dice.

Pide que el Gobierno atienda a los huaorani. “Si les quitamos su hábitat, démosles de comer”, afirma. El Consejo Provincial les donó motores para que los indígenas puedan movilizarse, además, fomenta el turismo.

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El gobernador de Orellana, Hermes Vidal, aclara que las autoridades gubernamentales hicieron poco “porque la matanza fue un problema entre etnias”. Explica que el objetivo de su despacho es lograr que exista un efectivo control a la tala de madera en la zona del Parque Nacional Yasuní y la reserva de los huaorani.

ATACANTES
Los nueve  son miembros de la etnia huaorani y se los considera guerreros. La tribu de los taromenane levantó una nueva cabaña entre Curaray y Lorocachi.

JONATHAN IMA
Hijo de Carlos Ima, quien murió, hace una década, lanceado por los taromenane. Tiene 23 años y vive en la comunidad de Pindo con su esposa, Narcisa, y dos hijos. Desde hace medio año trabaja para la petrolera Azul, con un salario de $ 225. Se comunica en español y huaorani.

JETI OMENE
No habla español y es uno de los más convencidos de que al matar a los taromenane cumplió con un deber de su tribu. Tiene 55 años y en estos días luce demacrado por el paludismo, según los médicos, y por el trabajo de un brujo, indicó su esposa, Wami. Confecciona artesanías.

OMENE IMA
Reside en Zapino con su esposa y nueve hijos. Es guía turístico ocasionalmente; hace cerbatanas, lanzas y hamacas para vender a los visitantes. Reúne a niños de su comunidad y les enseña a confeccionar artesanías. Además del huao, habla pocas frases en español e inglés.

HOMERO INIGUA
Vive en la comunidad de  Tigüino junto a su esposa y seis hijos. Habla español a medias y para la alimentación de su familia se dedica a la cacería. Se dedica a la fabricación de lanzas que las ofrece a los visitantes de su comuna o las comercializa en Coca.

TIVE AWA
Trabaja en la petrolera Repsol YPF y vive en Tiputini, junto a su familia de once miembros. Él volvió a ver a un grupo de taromenane pero –según dice Jonathan Ima- no los enfrentó. A su vivienda, hace seis meses entró un tigre pero no causó desgracias.

DAVO INOMENGA
Frente a su vivienda, en el acceso a Pindo y el Parque Nacional Yasuní, tiene instalado un palo como control. Ahí negocia la salida de la madera con comerciantes nacionales y colombianos. No habla español pero su esposa, Zoila, o sus hijos, hacen de intérpretes.

NENKIMO BOYA
Es hermano de Armando, el presidente de la Organización para la Nacionalidad Huaorani de la Amazonia Ecuatoriana (Onhae). Nenkimo es profesor bilingüe y trabaja en su comunidad Damitaro. Tiene esposa y dos hijos.

KAYA AWA
Hermano de Tive, otro de los participantes en la matanza a los taromenane. Vive en Tiputini y tiene nueve hijos. Trabaja para la petrolera Repsol YPF con un sueldo de 225 dólares, en labores de limpieza de vías u otras ocupaciones.

TIRI OMACA
Labora para la petrolera Petrobel, con un salario de 210 dólares. Reside en Tigüino con su esposa y seis hijos. No habla español, aunque uno de sus hijos está por obtener el bachillerato en un colegio de Coca. Es buen cazador y se considera un guerrero.

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