Desde el 13 de mayo, día en que llegó a Quito, el lugar de trabajo del africano Andy Abulime es el lobby del hotel Marriott. Permanece atento al paso de las candidatas a Miss Universo, en espera de que aparezca una hermosa joven de 18 años, de piel negra y ojos grandes. Es  Ferehiyewot Abebe, Miss Etiopía, la primera representante que tiene  ese país en un concurso de belleza, y Abulime es su mentor, asesor y promotor.

El africano, nacido en Inglaterra, hijo de padre nigeriano y madre keniana, es el  responsable de que, por primera vez, Etiopía participe en un Miss Universo. Organiza el concurso de Miss Etiopía, lo financia y cubre todos los gastos de la participación de Abebe en el Miss Universo, que ascienden a 20 mil dólares.

Esos recursos, asegura, provienen de sus finanzas personales.

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Además, Abulime diseñó los vestidos que luce Miss Etiopía en sus presentaciones en el certamen y la preparó para que actúe y se sienta como una reina de belleza.

Abulime no es diseñador ni estilista. Es arquitecto y se gana el sustento en Addis Abeba, la capital de Etiopía, como consultor de informática. Aprendió a crear vestidos para la Miss Etiopía hojeando revistas de moda y viendo el canal de cable Fashion TV. “Esa fue mi principal inspiración”, asegura con una sonrisa.

¿Cómo nació su interés en que ese país sea representado en concursos de belleza? Abulime dice que empezó a organizar el certamen casi por accidente.

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Creció en Inglaterra pero nunca perdió de vista los problemas de los países africanos. Por eso fundó la organización sin fines de lucro The Ethiopian Life Foundation, para combatir la propagación del sida en uno de los países de África más afectados por esa epidemia  y por la pobreza.

En su primera visita a Etiopía se sorprendió por la belleza de las mujeres y pensó que una reina de belleza podría ser una excelente vocera en la lucha contra el sida. “Queríamos una figura que sea ejemplo para los jóvenes”, explica.

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Se sorprendió cuando conoció que en ese país no existiera ningún concurso de belleza y, en especial, de que no había interés en el tema, y menos en certámenes internacionales, como el Miss Universo.

Así empezó su trabajo, hace tres años, en busca de jóvenes interesadas en participar en el Miss Etiopía. Se encontró con una gran diversidad de culturas y grupos étnicos, y también con los obstáculos que tienen las mujeres para participar por los preceptos de las distintas religiones que se practican en ese país.

“Cuando se habla de concurso de belleza en Etiopía, de inmediato la gente piensa en una mujer semidesnuda”, comenta. 

La  elección de  Miss Etiopía,  el año pasado,  no fue transmitida por televisión debido a las trabas burocráticas en los canales locales.

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Insiste en que no recibe apoyo del gobierno y que tampoco tiene auspiciantes, porque los empresarios en ese país piensan que no obtendrán beneficios de ese tipo de actos.
Los diseñadores de moda, también se negaron a coloborar. 

Ahora, su principal ilusión es que, a través de la Miss Etiopía, el mundo conozca algo más de ese país africano que el sida y la pobreza. “Etiopía es un país hermoso, con bellos paisajes, una cultura rica y gente amable. Eso es lo que queremos transmitir”, explica. Reconoce que llegó con muchos días de anticipación al concurso, pero piensa que ese tiempo fue útil porque es una experiencia nueva, tanto para él como para la joven Ferehiyewot Abebe, quien nunca antes había salido de su país “Para ella es sorprendente que la gente le pida autógrafos, que le hagan fotos. Yo estoy para apoyarla”.

Planea filmar una película sobre la joven Abebe, perteneciente a la etnia Amharic, del norte de Etiopía.  Quiere que los ciudadanos en ese país sepan que sí valió la pena viajar a un estado tan distante como Ecuador para estar en el Miss Universo.