Cada vez que Carlos Mora Peñafiel habla de sus proyectos dice: “Si Dios me lo permite”. Lo hace porque cree tanto en Él y lo reconoce como el ser que lo mantiene vivo, pese a que está infectado con el virus del VIH (sida), desde 1996. También padece insuficiencia renal que lo obliga a someterse a sesiones de hemodiálisis, tres veces por semana.

Aunque todavía no ha terminado el bachillerato, está en sus planes estudiar jurisprudencia o comunicación social. Quizá como una continuación al libro que está escribiendo desde noviembre del 2003 y del que asegura ya tiene el 75% listo (son 243 páginas que planeó escribir en nueve capítulos que narran su vida antes y después de su enfermedad).

La deformidad en sus extremidades, que el virus le ha provocado, no le impide escribir por las noches, en su silla de ruedas, frente al computador, donde recibe aliento de sus amigos por internet.

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“En el colegio me va mejor en materias como lenguaje, sociales y ciencias naturales, pero aún no sé qué seguiré en el ciclo diversificado (está terminando el básico en el Centro de Estudios a Distancia).

Pero Carlitos, como todos lo conocen, está triste por el fallecimiento de Asisclo Benítez, quien era uno de los 21 afectados con VIH en la clínica del Dr. Galo Garcés, el pasado viernes a las 04h00. Ahora Carlitos es el único sobreviviente.

“Él era mi amigo y por eso le pedí a mi mami (Liduvina Peñafiel) que fuera al sepelio en Barreiro (cantón Babahoyo). Me enseñó a barajar y jugar con naipes, también me contaba chistes”, recuerda.

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“Mi mami supo a las 05h00, pero no quiso decirme porque en estos días he pasado con fiebre y mareos. No quiso preocuparme, pero después me enteré por intermedio de un periodista que me llamó por teléfono”, cuenta Carlitos, quien cumplirá 18 años el 16 de septiembre próximo. Ante eso dice: “Si Dios me lo permite”.