En la primera etapa de  Alborada (al norte de Guayaquil) lo que fue hace cinco años  un parque infantil con resbaladeras, columpios, sube y baja y áreas verdes se convirtió en un lugar donde la maleza que crece en cada invierno llega hasta  metro y medio de alto.

Los niños del sector que antes disfrutaban de estas instalaciones no pueden recrearse. Los juegos están incompletos, oxidados y cubiertos con monte.

Sus moradores afirman que  personal de la Municipalidad va cada año a limpiar la maleza, pero han pasado más de doce meses y no han regresado.

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En el sector, indica Gabriel Ríos, quien vive frente al parque, los menores no pueden jugar por la cantidad de mosquitos que hay en las noches. “Nadie viene a fumigar y cuando llueve se forman pozos de agua”, explica.

Además, acota el vecino de este sector, las condiciones en las que se encuentra este lugar lo vuelven peligroso porque se convierte en guarida de  ladrones por la noche.

Ríos expresa que junto con su hermano Juan rescataron un columpio con tres sillas. Luego los limpiaron, pintaron y colocaron frente a sus viviendas para que sus pequeños puedan divertirse.

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El parque, destacan los habitantes, es importante para el esparcimiento de los niños que viven en esa zona, por lo que piden la atención del Cabildo. “Lo único que  colocaron han sido las luminarias”, refiere Ríos.