El técnico colombiano analiza el porqué de la inestabilidad amarilla.

“Los que hoy me condenan y me critican me van a tener que aplaudir al final, porque Barcelona va a mejorar”, son las palabras que –con optimismo– dijo el entrenador colombiano Víctor Luna, después de la práctica matinal que ayer realizó en la cancha alterna.

Allí, él trabajó tranquilo y lo primero que dijo cuando fue consultado sobre su permanencia en el equipo fue: “A mí nadie (de la dirigencia) me ha sacado y tampoco quiero irme de este equipo. Acá los únicos que quieren verme partir son ustedes (los periodistas).

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Pregunta: Barcelona ilusionó un día, con buenas presentaciones en Copa; pero al otro, perdió en el torneo local ¿A qué se debe la inestabilidad?
Respuesta: Es el producto de la falta de planificación. Cuando llegamos acá encontramos un equipo que no había hecho pretemporada. De allí se derivan muchas cosas: jugadores que están bien un día y otro, mal. El rendimiento decae porque la plantilla no tiene un buen piso. Enfrentamos dos competencias: Copa y campeonato local, con el aporte nuestro de cosas que han sido importantes, pero que en poco tiempo no son suficientes, por los encuentros continuos. Pero en poco tiempo el rendimiento del equipo seguro se va a estabilizar.

P: Entonces, ¿hay desgaste en determinados jugadores?
R: En estos días escuché a un periodista decir que si un futbolista tenía que jugar todos los días debía salir y hacerlo bien. Pero seguro dijo eso porque desconoce de fisiología y preparación física, y todo lo que tiene que ver con el mundo deportivo, porque siempre es necesario tener un tiempo de recuperación.

Si no se lo hace es como seguir tirando las cosas al mismo costal, para determinar que los errores siguen siendo los mismos.

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P: Pero es a Víctor Luna a quien se critica al momento.
R: Hay cosas que las digo con calma y tranquilidad, porque es mi manera de ver la vida. Además, he aprendido que el odio no quita el odio. Las razones son las que la gente debe entender. Pero hay gente que se muere de vieja y jamás entiende razones. Claro, también hay jóvenes maduros, pero son pocos. O como diría Facundo Cabral, que a una de las cosas que más miedo le tenía en la vida era a los boludos (tontos, en Argentina), y cuando le dijeron ¿por qué? dijo ‘porque eran muchos’.

P: ¿Qué experiencia le deja este tropiezo con Barcelona?
R: Estoy aprendiendo cosas. Unas de Ecuador que no conocía. Otras que el fútbol me las va regalando, independientemente de que sea acá o en Colombia. Solo sé que aprendo.

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Veo el ejemplo de Aucas y es muy bueno. Se preparó desde diciembre, hizo la pretemporada y les ganó a todos. Y no es que tenga un ‘dream team’. Solo está bien preparado. Liga de Quito tiene 16 jugadores de primera línea. Emelec y El Nacional también han mostrado regularidad. Nosotros no. Y el lugar en el que estamos (octavos en la tabla) es el que merecemos. Pero mejoraremos.

P: ¿Siente que ha fracasado?
R: Siempre tengo claro mi primer día cuando llego a un sitio para trabajar y hacer las cosas que debo hacer como debe ser. Y también tengo claro el último día. Y nunca me atrevo a pensar en el fracaso.

P: Entre Fernando López y Richard Páez, ¿quién merece seguir en Barcelona?
R: A López sí lo necesito y está en buenas condiciones. Pero Páez ha sido mi dolor de cabeza. Hasta hoy no puedo pensar en que voy a contar con él en un partido, porque aparte del trabajo normal lo tengo que poner bien físicamente. Es imposible que él vaya a jugar bien. Sé que fui quien lo recomendó por el buen rendimiento que tuvo con Venezuela, en Barranquilla, ante Colombia, pero en Emiratos Árabes perdió ese nivel. Discutí con el empresario, porque lo trajo a sabiendas de que no estaba bien. En su contratación se falló, por eso en el fondo pago yo también.

P: En cuanto a los planteamientos y cambios ¿alguna vez se equivocó?, por ejemplo en el juego con Once Caldas.
R: Desde luego que uno como técnico se equivoca. Por ejemplo, en el juego con Once Caldas, según Jaime Kaviedes, me equivoqué cuando jugamos en Manizales. Él ha dicho por allí que lo frustré, porque no pudo hacer un gran segundo tiempo. Lo lamentable es que no me lo dijo a mí, sino que lo habló a otros. Y eso no está bien, porque acá he hecho más cosas por Jaime Iván que por cualquiera de los otros muchachos. Pero él es así, como dice el siquiatra nuestro, ‘Kaviedes es de los que de pasada fácil, fácil se puede c... en la tapa del piano y se queda serio, como si nada pasó’.

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P: Y hoy (ayer en la mañana), ¿por qué Kaviedes no entrena con el equipo? (Mira alrededor, levanta sus hombros y hace un gesto dando a entender un “no sé”).
R: No hemos tenido la oportunidad de hablar. Pero él es un mundo aparte. Ojalá la vida le dé lo que se merece, porque es un gran jugador. Muy bueno sería ayudarlo, pero cada vez que pregunto por él, que trato de enseñarle algo, veo que es una cueva que no tiene luz adentro. Y eso me preocupa. Llegará un momento en que él solito deberá intentar prender alguna luz, y le será difícil. Porque a la par el que le dé la mano y se vaya con él va a terminar metido en esa cueva oscura y se va a perder.

Me imagino que –después de su descanso– cuando vuelva nos hablará de alguno de sus asuntos pendientes o cosas que él maneja y hay que escucharlo, porque uno no sabe todo. De pronto, viene a decir que se le enfermó alguien o su hijo tiene problemas.

P: ¿Y esos privilegios, no afectan al trabajo de grupo?
R: Esas cosas las hemos mencionado y las hemos tocado dentro del grupo. Pero el mismo grupo se encarga de asimilar la situación. Acá cada uno de los jugadores sabe qué le sirve y qué no. Siempre he encontrado la mejor respuesta del equipo, porque yo me entrego a todos. Sé que los grupos son los que ganan títulos y que las individualidades, cuando se suman y se sienten parte del equipo, son vitales.