Un incendio seguido de una explosión en el penal de la ciudad de San Pedro Sula, a 165 kilómetros al norte de Tegucigalpa, causó ayer la muerte de al menos 103 reos miembros de pandillas o “maras”, en la peor tragedia en la historia de un penal hondureño.

Los presos murieron en su mayoría por asfixia y 30 resultaron con heridas por quemaduras. La mayoría pertenece a la pandilla Mara Salvatrucha (MS) que junto con la Mara 18, son las más violentas del país.

Un reo, identificado como Pablo Cardona, de la MS, dijo que la causa del incendio fue un cortocircuito, pero acusó a las autoridades de mantener cerradas las puertas de la prisión y de disparar para impedir la salida de los presos. Familiares de los detenidos ratificaron las denuncias.

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En Roma, el presidente de Honduras, Ricardo Maduro, suspendió una visita que realizaba por Europa y retornó a su país.

Organizaciones de derechos humanos denunciaron que el incendio pudo ser intencional y criticaron la política de “tolerancia cero” contra pandillas juveniles que inició Honduras en el 2003 pues “solo reprime y no rehabilita”.

La activista Berta Nativi recordó que en abril del 2003, 68 reos miembros de las maras, murieron acribillados a tiros y quemados en el penal de La Ceiba, al norte de Tegucigalpa, tras un violento motín.