La desmovilización de los diez principales jefes de los escuadrones paramilitares de ultraderecha Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) lograda el jueves tras un acuerdo con el gobierno, provoca temor y expectativa en Colombia y cautela en Estados Unidos.

Las AUC aceptaron concentrar aproximadamente cuatro mil hombres, en una zona de 368 kilómetros cuadrados, en el departamento de Córdoba, noroeste de Bogotá, supervisados por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la vigilancia de las fuerzas militares.

El acuerdo permitió impulsar el proceso de paz, estancado tras la desaparición del líder político de las AUC, Carlos Castaño, en abril, en un confuso atentado al parecer perpetrado por facciones paramilitares rivales.

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Castaño y Salvatore Mancuso, jefe militar de las AUC, son pedidos por la justicia de EE.UU. por delitos de lesa humanidad como masacres y asesinatos selectivos. 

En Colombia hay temor de que se repita lo ocurrido entre 1998 y el 2002, cuando se entregó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) un territorio en la región del Caguán como parte de un frustrado proceso de paz, que según las autoridades, fue usada para ocultar secuestrados, armas y drogas, entrenar  insurgentes y preparar atentados.

El comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, llamó a las FARC y al Ejército de Liberación Nacional (ELN) a negociar y el embajador de EE.UU., William Wood, dijo que hay cautela en su gobierno por el acuerdo y que no se detendrá la extradición de los líderes paramilitares.