Existe algo incluso de mayor importancia para el grupo del presidente Bush que poner a Iraq en orden, y eso es lograr la reelección y mantener la lealtad de la base conservadora para lograrlo.

Ya llegó el momento de formular la siguiente pregunta: ¿Tenemos alguna probabilidad de tener éxito para cambiar el régimen en Iraq sin tener que cambiar el régimen aquí, en Estados Unidos?

“Oye, Friedman, ¿por qué repentinamente estás sacando a colación la política en todo esto? Tú eres el tipo que siempre dijo que producir un resultado decente en Iraq era de tanta importancia para el país que eso tenía que mantenerse por encima de la política”.

Sí, eso es cierto. Y aún lo creo así. Mi error fue creer que el equipo de Bush también lo creía. Pensé que el gobierno actual de Estados Unidos tendría que hacer lo correcto en Iraq –desde la planeación previa a la guerra y destacar suficientes tropas, hasta despedir al Secretario de la Defensa por incompetente– ya que seguramente ese era el aspecto de mayor relevancia para el Presidente y el país. Pero, me equivoqué. Existe algo incluso de mayor importancia para el grupo del presidente Bush que poner a Iraq en orden, y eso es lograr la reelección y mantener la lealtad de la base conservadora para lograrlo. Para el grupo de Bush, siempre ha tenido mayor importancia derrotar a los liberales en el interior que a los baazistas en el extranjero. Es por ello que pasaron más tiempo estudiando sondeos sobre Estados Unidos que la historia iraquí.

Lo admito, soy un poco lento. Debido a que traté de pensar en algo que fuera tan letalmente serio como Iraq, y el mundo posterior a los atentados del 11 de septiembre, de una forma que no resultara partidista, asumí que los funcionarios de Bush estaban haciendo lo mismo. Estaba equivocado. Ellos siempre tardaban tanto en cambiar el rumbo debido a que si confrontaban sus errores, no meramente involucraba hacer frente a la realidad sino a sus propias políticas.

¿Por qué, en vista de los rampantes saqueos en las consecuencias de la guerra, que nos hundieron en un hoyo profundo y costoso, Rumsfeld no quiso enviar más tropas a Iraq? Política. En primer lugar, Rummy deseaba aplastar de una vez por todas la doctrina Powell, la cual dice que se debe pelear una guerra como la presente solo con fuerza abrumadora. Sé que resulta difícil creer lo anterior, pero el grupo del Pentágono odiaba a Colin L. Powell, y deseaba verlo humillado diez veces más  que a Saddam. En segundo lugar, Rummy quería demostrar a todos esos generales de Estados Unidos cuyo Ejército él estaba determinado a adelgazar, que una pequeña fuerza móvil de alta tecnología era todo lo que se necesitaba actualmente para tomar el control de un país. Tercero, la Casa Blanca siempre supo que esta era una guerra por elección –su elección– así que se aseguró que el estadounidense promedio nunca tuviera que pagar ningún precio o soportar ninguna carga. De aquí que no pudiera convocar a demasiados reservistas, ya no digamos llevar a cabo un reclutamiento. Sí, había una contradicción entre el combate de Bush a los impuestos y el combate de Bush al terrorismo. No obstante, se resolvió: el equipo de Bush decidió reducir los impuestos en vez de elevar los niveles de efectivos militares.

¿Por qué fue que este gobierno nunca usó el 11-9 como un acicate para lanzar un proyecto en Manhattan enfocado a lograr la independencia y conservación de energía, para de esa forma poder acabar con nuestra adicción al petróleo crudo, desentendernos lentamente de esta región y decirles la verdad a regímenes fundamentalistas, como Arabia Saudita? (Los adictos nunca les dicen la verdad a sus vendedores de droga). Debido a que eso pudiera haber requerido de un impuesto sobre la gasolina o una confrontación con los financistas del petróleo de este gobierno. ¿Por qué este gobierno siempre –y de manera correcta– ataca a Yasser Arafat, pero nunca levanta un dedo o articula una sola palabra para detener la construcción masiva de asentamientos ilegales por parte de Ariel Sharón en la Ribera Occidental? Porque si bien esa medida le habría granjeado credibilidad a Estados Unidos en Oriente Medio, podría haberle costado a Bush los votos de judíos en la Florida.

Y, por supuesto, ¿por qué el presidente Bush elogió a Rumsfeld en vez de despedirlo? Debido a que Karl Rove dice que para mantener la base conservadora, siempre se debe dar la impresión de ser fuerte, decisivo y leal. Es de mayor importancia que el Presidente estadounidense dé la impresión de ser fiel a su equipo que Estados Unidos dé la impresión de ser fiel a sus principios. (Aquí está la nueva defensa de Rummy: “Yo soy responsable. Sin embargo, los hombres de menor rango fueron responsables. Yo solo estaba dando órdenes”).

Si unen todo lo anterior, podrán ver cómo perdimos el rumbo en Iraq hasta este grado, por qué estamos bailando solos en el mundo, y por qué nuestro mandatario, quien tiene una firme visión moral, carece de influencia moral.

© The New York Times News Service.