El 17 de abril del 2002 Cynthia Adela Lucero Córdova fue declarada clínicamente muerta, pero ese día otros seres comenzaron a tener salud porque recibieron sus órganos. Hoy, sus padres crean una fundación.

Hace dos años, un 15 de abril, durante el Maratón de Boston, la ecuatoriana Cynthia Lucero Córdova, que corría a favor de los enfermos de leucemia, se desvaneció en la milla 20, de las 24 y media que debía recorrer. Dos días después fue declarada clínicamente muerta.

Pero ese 17 de abril, la  joven de 28 años, que cuatro días antes había obtenido el doctorado en psicología, no murió del todo. Una hiponaremia encefalopática (hinchazón del cerebro por bajos niveles de sodio) le restó capacidad a su cerebro, pero no al resto de sus órganos que -como ella siempre lo anheló- fueron donados a personas enfermas que habían esperado años para recibir “el regalo que hoy los aferra a la vida”, como dice el eslogan del Banco de Órganos Nueva Inglaterra, entidad que los trasplantó.

“...dejen que mi cuerpo sea tomado para ayudar a otros a llevar vidas más completas”, es una de las frases que sus padres, Héctor Lucero y Martha Córdova, encontraron entre las pertenencias de su querida Negrita, quien tuvo como lema “sencillamente ser buena con las personas”, por eso fue que dejó una gran huella que ahora crece en Ecuador y Estados Unidos.

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A favor de los demás

En Guayaquil, sus padres siguen la obra que Cynthia Adela inició: ayudan a personas necesitadas. Y además crean una fundación que llevará su nombre, con la que respaldarán a jóvenes de escasos recursos, que podrán estudiar en la Universidad Católica, donde su segunda hija se educó. Ellos también promoverán la donación de órganos para evitar que muchas personas mueran porque no tienen un donante.

Así, los esposos Lucero Córdova quieren que la atleta siga siendo la campeona de toda la vida. Recuerdan la muerte de su hija y lloran inconsolablemente, pero cuando hablan de la inquieta joven que -en cada Navidad- les pedía permiso para ir a los hospicios a dejar una ayuda a la gente pobre, sonríen.

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Y en sus rostros se refleja una satisfacción más profunda, cuando ellos recuerdan las cartas tiernas que han recibido de la mujer que tiene salud porque vive con el hígado de Cynthia; de la niña que volvió a la escuela después de encontrar un corazón; de la joven que pudo ir por primera vez a una función en Broadway porque se desprendió de los tanques de oxígeno; de la pareja de chicos que puede ver con unas nuevas córneas; de la niña especial que compite por una presea porque vio mejoría en su páncreas.

“Saber que una vida ha respirado más fácilmente porque tú has muerto, eso es haber triunfado...”, es una de las frases que Cynthia le enseñó a su familia después del 17 de abril del 2002. Fue después de ese día, porque a partir de allí sus padres y  hermanos, Alexandra y Jonathan, comenzaron a ver la obra que dejaba la atleta. Por ella se ha unido mucha gente para trabajar a favor de seres que buscan esquivar una enfermedad o la pobreza.

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En Boston, sus compañeros de equipo escribieron una frase para rendirle homenaje. Bajo el título ‘El Corredor Espiritual’, plasmaron: “Mientras el mundo lamenta tu partida, tu espíritu sigue vivo. Nos enseñaste cómo vivir y cómo dar. Cuatro millas más y fueras una corredora que llegó a su final en Boston. Cuatro millas menos y te convertiste en una heroína, una leyenda. Guíanos a través de las nubes del cielo”.

POR EL PRÓJIMO

Solidaria

Cynthia Adela Lucero Córdova nació el 28 de agosto de 1973. Antes de ir a Estados Unidos para hacer un doctorado en Psicología, colaboró con Fasinarm.
 
Becas

El Massachusetts School of Professional Psychology, donde ella estudió el doctorado que obtuvo cuatro días antes de ser declarada muerta, ofrece becas para los estudiantes que tengan la dedicación y compromiso de Cynthia en la profesión.

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Al Banco
 
“Dr. Cynthia Lucero 1973-2002, su lema: sencillamente ser buena con las personas”, es lo que la madre de la donante tejió en un pedazo de tela que será enviado al New England Organs Bank (Banco de Órganos Nueva Inglaterra). Ese lema es el que siempre repetía a su familia, que respetó su deseo de donar sus órganos al morir.

Campaña
 
Cuando esté creada la fundación Cynthia Lucero Córdova en Guayaquil, sus padres quieren iniciar una campaña para que la donación de órganos tenga más acogida en el país y así salvar más vidas y no morir del todo.