Llega la hora del almuerzo, por lo general las 13h30, y los mingueros de la Once de Noviembre fortalecen su unidad, su solidaridad. Todos forman una circunferencia, se acomodan en el suelo polvoriento. Cada uno coloca, en el centro, fundas o recipientes con algún tipo de comida. Unos llevan maíz tostado, otros, chifles, mote, papas cocinadas, pan, presas de conejo o pollo asado. Se sirven lo que desean  y bromean.

“Compartimos nuestra comida, aunque sea de pobres. Traemos lo que tenemos, qué más nos queda”, refiere Rosario Orbea.

Aclara que la pobreza se debe a la poca productividad de sus tierras. “No somos vagos,  tenemos nuestros terrenos baldíos por la sequía y las heladas”, agrega. En estos días, los campos lucen áridos, con los cultivos quemados.

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Los campesinos mingueros sobreviven con la venta de gallinas, cuyes y conejos. Otros laboran como jornaleros, con un salario de $ 4 diarios, “cuando alguien ocupa”. De esos pocos ingresos, los socios de la Junta de aguas de la Once de Noviembre deben aportar  un dólar para el pasaje hasta el sitio de trabajo del canal.

María Oña, dueña de un terreno por donde pasa la obra, también es solidaria. “Qué vamos a ser mezquinos, al morir todo queda aquí”, dice.