Sin embargo, un reciente reportaje de este diario deja claro que, al menos en ocho provincias de las tres regiones, nuestras carreteras están llenas de huecos, rajaduras y deslizamientos, lo cual no solo aumenta los costos al destruir los vehículos y hacer necesarias constantes reparaciones, sino que pone en riesgo la vida de las personas, pues esquivar un bache muchas veces es causa de accidentes graves.

Los usuarios frecuentes de las carreteras se quejan y reclaman; la respuesta es que hay tardanza en el envío de fondos y que eso no permite realizar el mantenimiento rutinario.

Una vez más, el exceso de centralismo muestra su rostro amargo.

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Sin embargo, debemos admitir que si queremos, como decimos, reactivar el aparato productivo y convertir al turismo interno y externo en una fuente que dinamice la economía y genere empleo, hoy tan necesitado, es urgente destinar recursos al arreglo permanente de las carreteras y aun de los caminos vecinales.

Hay, pues, que buscar los recursos y las alternativas.