La ilusión azucena se apagó en la Libertadores con la caída ante Santos.

Cayó la Liga de Quito en la Copa Libertadores de América. Los hinchas blancos sufrieron mirando la televisión. La persona que más sintió la pérdida fue Raquel de Obregón. La esposa del capitán no pudo contener las lágrimas cuando Alfonso falló el penalti ante Santos.

Ella se encontraba mirando el partido por pantalla gigante, en el restaurante Sport Planet, de la capital ecuatoriana, donde se reunieron varias esposas de jugadores albos.

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Durante los 90 minutos, la esposa de Alfonso fue quien más alentó al campeón ecuatoriano. Prácticamente observó todo el encuentro de pie. Los nervios le impedían quedarse quieta en un solo lugar. Gritó y se ponía la mano en el rostro cuando atacaba el santista Robinho. Lamentó con un léxico “algo prohibido” los goles de Diego. Incluso prendió un cigarrillo para apaciguar los nervios cuando se acercaba el momento de los penaltis, para desempatar el  global de la serie (4-4).

El penalti fallado por Obregón fue fatal para su esposa, quien lloró desde el mismo instante en que su esposo envió el balón afuera de la portería, por la derecha del arquero Julio Sergio. Gina de Escobar, esposa del colombiano ecuatoriano Alexander Escobar, la abrazaba y consolaba.

En el mismo lugar, Elizabeth de Espinoza, esposa de Jacinto, meta del campeón, apretó la mano de Silvia de Ambrossi, en cada penalti cobrado. También dejaron caer lágrimas de angustia tras la derrota.

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Los hinchas cocodrilos que estaban en el local de comidas solo miraban a las señoras y mostraban amargura por la caída. Junto con ellos, Lorena de González (esposa de Luis), Germania de Reasco (de Néicer), Ledis de Murillo (de Elkin) y Mariela de Gómez (de Luis) guardaban mucho silencio. Más aún cuando Leo anotó el gol de la victoria para el club donde surgió Pelé.

Sentimiento noruego
En otro sector de la ciudad, Gro Agnalt, oriunda de Noruega y  casada hace dos años y medio con el futbolista Santiago Jácome, miró el encuentro desde su hogar. La razón: evitar el trajín, pues está embarazada. En agosto próximo será  la llegada de su primogénito.

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La esposa de Jácome señaló sin dudar que cualquier sea el sexo que tenga será futbolista, igual a los progenitores. Ella fue seleccionada universitaria en el país escandinavo, donde se lució como delantera.

Ya iniciado el partido se mostró nerviosa. Y llegó el primer susto, el gol del brasileño Diego. “No puede ser, dos minutos otra vez”, se lamentó. Sujetó sus manos, aplaudió en cada peligro que se alejó del arco albo. Analizó sobre el buen fútbol santista y contó que su marido intercambió camisetas con Robinho en el juego que ganó Liga en Quito.

Corrían los 24 minutos cuando llegó a su hogar Elizabeth Jácome. “El Santi se cayó en el gol”, le comentó Gro Agnalt a su cuñada. Después, al finalizar el partido copero se resignó y ahora solo espera el juego de mañana ante Aucas, en Chillogallo, para volver a apoyar al equipo de sus amores o mejor dicho de su amor.