Bagdad volvió a vivir este jueves escenas de pánico y confusión tras la explosión de un coche bomba conducido por un kamikaze cerca del cuartel general de la coalición, un atentado que dejó siete muertos y se  produce tras varias semanas de relativa calma.
 
Unas horas más tarde, un automovilista resultó herido y dos vehículos  dañados en la explosión de una bomba artesanal en el centro de Bagdad.
 
Seis iraquíes, entre ellos el kamikaze, y un soldado norteamericano,  murieron en la explosión del coche bomba, que se produjo poco antes de las  07h30 locales (03h30 GMT) en el puente 14 de julio, que conduce al cuatel  general de la coalición en Bagdad.
 
El atentado dejó además 33 iraquíes y dos soldados norteamericanos heridos,  según un portavoz militar norteamericano. Un balance recogido antes por la AFP  en tres hospitales de la ciudad informa por su parte de 13 heridos iraquíes,  cuatro de ellos de gravedad.
 
Según el teniente Maki Jals, un policía iraquí a cargo del tráfico, el  conductor del coche bomba habría desencadenado la explosión cerca de la entrada  a la zona verde, un sector altamente vigilado donde se encuentra el cuartel  general de la coalición.
 
Otros testigos declararon haber visto al kamikaze conducir su vehículo a la  rotonda frente a los muros de cemento donde los empleados hacen cola para  entrar en la zona verde.
 
Un vendedor de cigarrillo asegura haber visto un vehículo sospechoso, muy  cargado y conducido por un hombre de entre 40 y 50 años, algunos minutos antes  de la explosión.
 
El acceso al puente está habitualmente cerrado al público y es utilizado  por los militares y empleados que trabajan en la sede de la coalición.
 
Varios vehículos, que esperaban en fila en el puente para ingresar en el  cuartel general, se incendiaron tras la explosión.
 
"Estaba en el tercer vehículo de la fila cuando sentí la explosión. Las  puertas de mi vehículo quedaron trabadas y el techo se hundió. Logré salir con dificultad por la ventana posterior", cuenta Chihab Ahmad, un electricista de 32 años
 
"Intenté ayudar a la gente en el vehículo detrás del mío. Había dos  personas, pero ya estaban muertas. entonces, corrí lo más lejos posible", continúa este hombre con los brazos lastimados por trozos de vidrio.
 
"Estaba sentado en mi comercio cuando escuché una enorme explosión", cuenta  por su parte Hasim Mohammad, de 31 años. "Un anciano huía con sus vestimentas destrozadas y sus piernas ensangrentadas", dijo.
 
"Vi a los empleados quemados en su vehículo", indicó por su parte el teniente Jals.
Poco después del atentado, familias desconsoladas se agolparon en torno a los alambres de púa colocadas en torno al lugar de la explosión, buscando obtener información sobre la suerte de los suyos, empleados de la coalición.
 
Se trata del primer gran atentado en la capital iraquí desde el 17 de  marzo, cuando un coche bomba había dejado siete muertos frente al hotel Monte  Líbano.