Aun así, casi no habrá sanciones para los responsables de uno de los casos que más han conmocionado a nuestra sociedad en los últimos años. Las penas máximas que recibirán algunos de los acusados sorprenden por su generosidad.

¿Significa esto que los anticuerpos democráticos de la sociedad ya no funcionan? ¿Quiere decir que debemos esperar nuevos atropellos y abusos?

Sacar esa conclusión negativa sería un error. Quizás algunos de los culpables no recibirán el castigo que merecen –lo que se debe a los grandes vacíos que tiene nuestro sistema de justicia–. Pero algo importante se consiguió: a partir de ahora el país estará más vigilante de que se respeten los procedimientos policiales legítimos. Gracias a la reacción de los ciudadanos que expresaron su malestar, en el futuro será más difícil que alguien se anime a disparar a mansalva sin tomar en consideración que podría estar poniendo en peligro la vida de personas inocentes.

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El caso Fybeca quizás no sea recordado como un ejemplo de justicia, pero sí como una muestra de la indignación ciudadana que el mal procedimiento de una autoridad puede provocar.