“En casa del jabonero, el que no cae resbala”, dice un refrán que cae de maravillas a los pacientes del hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil, perteneciente al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Porque nadie se ha librado de esa especie de maldición gitana que es la falta de medicinas. Quien desee conocer de primera mano una réplica del Muro de los Lamentos, debe hacer cola en las tres o cuatro ventanillas habilitadas en la botica para entregar las medicinas recetadas por los médicos tratantes.

Tras una hora o más en cada cola, arribará a la ansiada ventanilla. Un empleado o empleada examinará una por una las recetas y dirá fríamente: “Esto no hay. Esto no hay. Esto tampoco. Solo hay esto”. Usted preguntará, indignado si es joven y no está muy enfermo: “¿Cuándo habrá esas medicinas?”. “Quizás mañana mismo. Tal vez el mes que viene. ¿Cómo voy a saberlo?”.

Pero si el paciente es una vieja, estrujará en sus manos las recetas y hará fuerza para no soltar el llanto. Acogerá el consejo de ponerse, una tras otra, en todas las filas, “...pues a veces hay medicamentos en otra ventanilla”.

Mientras se va haciendo de humo, polvo y nada la mañana y parte de la tarde, el enfermo, defraudado en su esperanza de cambiar con medicamentos sus recetas, siente más y más el peso de una institución que día a día se vuelve más burocrática y menos humanista.

El hombre multitud se pregunta qué está sucediendo en el Seguro. Lo hace en medio de las malas palabras de los que gritan: “¡A la cola, carajo!”, para espantar a quienes se atreven a violar el orden de los que esperan y desesperan.

Juan Huancavilca y Rosa Guayaquil conocen que la situación económico-financiera del IESS ha mejorado notablemente. Que el incremento de las aportaciones de los afiliados y empleadores se refleja en los depósitos bancarios que tiene el Instituto.

Además el IESS anuncia un amplio programa de inversiones y de préstamos hipotecarios y quirografarios para utilizar esos valores, que en esencia pertenecen a los afiliados.

La pregunta que surge inevitable es si hay dinero para inversión por qué no se destina una parte para la compra de medicamentos. Ello constituye imponderable inversión en el hombre mismo, para el rescate de su salud y su vida.

“Piensa mal y acertarás” dice un precepto pesimista. Y Juan Pueblo a veces piensa mal que los proyectos renovadores del IESS pudieran ser tan solo una campaña publicitaria de respuesta a los proyectos de descentralización de la Seguridad Social y al seguro universal de salud, planteados respectivamente por el alcalde Nebot y el vicepresidente Palacio.

El botellero también pregunta, sin esperar respuesta satisfactoria: ¿Hasta cuándo el Seguro Social proseguirá jugando con la salud del pueblo? ¿Hasta que San Juan agache el dedo?