Parecería que los ecuatorianos necesitamos de una guía para salir de la perplejidad. Han sucedido en el país tantas cosas, tantos acontecimientos en los que la lógica o el simple sentido común han estado ausentes. Se dice una cosa y se practica lo contrario. Un día se afirma algo y al siguiente se desmiente, se ofrecen hasta maravillas y no se las cumple o se hace lo contrario. Mandatos de la ley se postergan o se los olvida. No se transfieren fondos en tiempo oportuno y se deja que ciertos sectores realicen paros y reclamos airadamente.  ¿Cuál puede ser el sentimiento, la actitud de los ecuatorianos? Pues, el de perplejidad, incertidumbre, duda, vacilación, confusión y cuando estas se repiten se puede llegar hasta la exasperación y la estupefacción.  El título de este artículo es el mismo de un famoso libro del más grande médico-filósofo hispano-judío de la Edad Media, Maimónides (1135-1204). Nació en la bella ciudad de Córdoba, pero al negarse a profesar la religión de Mahoma tuvo que, finalmente, abandonar España y establecerse en El Cairo, en donde gracias a su prestancia, su fama y sabiduría, llegó a ser el médico de Saladino. Vivió pues, entre la cultura y religión árabes, la cristiana y la judía. Como médico siguió las ideas de Hipócrates y de Avicena, pero actualizándolos y modernizándolos. Sostuvo que al tratar enfermos hay que considerar primero las influencias recíprocas del cuerpo del paciente y su espíritu –en la actualidad este concepto se ha concretado en la medicina psicosomática– y en segundo lugar los conocimientos del médico, su capacidad hasta intuitiva para el diagnóstico, y la influencia que el médico tiene sobre el paciente, aspectos que varían de un enfermo a otro.

Los médicos pueden quedar perplejos ante la historia del paciente, ante sus síntomas y padecimientos, pero insistiendo en la investigación y exploración racional y cumpliendo los requisitos antes indicados se puede llegar al diagnóstico seguro y al tratamiento preciso. Como médico escribió muchos libros, uno de los primeros es Régimen Sanitario que fue traducido a varias lenguas y que logró gran influencia en el mundo médico de esa época. En el libro Comentarios a los aforismos de Hipócrates, dice: “Debemos aplicar a cada paciente en particular la atención y consideración especiales e idóneas para él, pues durante la enfermedad ninguna persona reacciona igual que otra”. En otro de sus libros sostiene que la medicina abarca tres aspectos principales: primero, la conservación de la salud y solo en segundo lugar el tratamiento del paciente, y por fin el cuidado de los convalecientes.

En la literatura universal Maimónides es más conocido como filósofo que como médico. Escribió muchos libros, fue partidario de Aristóteles y demostró amplios conocimientos y originalidad. Sus obras fueron muy estudiadas tanto por judíos como por árabes y cristianos. Sus ideas influyeron en San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino y posteriormente en Espinoza. Conocedor profundo de la Biblia, el Corán y la Torah, ante la perplejidad de sus lectores, los creyentes fanáticos y practicantes de cada una de las tres religiones, trató de conciliarlas en sus principios, sus éticas y proyecciones filosóficas. Si su intento se hubiera concretado en realidad, de cuántas guerras, de cuántos sufrimientos se habría librado la humanidad. Hoy estamos más perplejos que nunca.