A José Eleuterio Guamán se le humedecen los ojos al recordar cómo su vivienda y finca quedaron bajo el agua, en el recinto Chaume, cuando en 1990 se produjo el embalse de aguas en el proyecto Daule-Peripa.

“En pocos días se hundió todo. Todos debimos coger lo que podíamos y huir a las lomas. Nadie nos anticipó que debíamos salir pero el tendal, la casa y todo lo que yo tenía quedaron 30 metros bajo el agua”, relata.

Dos años después, en 1992, José cobró, por mejoras (edificaciones), dos millones y medio de sucres. Por los terrenos, 23 hectáreas, no recibió pago hasta 1997, cuando por gestiones del fallecido dirigente político Jaime Hurtado, Cedegé le reconoció 160 dólares.

Publicidad

“Yo cobré algo, pero hay como 70 compañeros que hasta ahora no reciben ni un centavo”, denuncia Guamán, quien viste ropas remendadas. En su caso, el dinero lo invirtió en la compra de 40 hectáreas en Santa Rosa del Toachi, donde hoy reside. Al conocer que de ese, su nuevo aposento, también deberá salir cuando se inicie la construcción de la presa Baba, se enfurece.

“Quién nos puede ayudar. Nosotros los campesinos les interesamos poco a las autoridades, pues la presa solo beneficia a los ricos. Si pagan, que lo hagan rápido y no debamos acudir a tramitadores”, dice.

Cerca de la finca de Guamán vive María Subiaga, quien se desvela al saber que debe dejar su casa nuevamente, como lo hizo con sus padres cuando hace quince años se construyó la presa La Esperanza, en la provincia de Manabí.