Solo cuando desaparecen personajes que han sido valores nacionales, se nos ocurre refrescar su recuerdo; entonces las instituciones se preocupan de organizar algo para honrar sus memorias.

En el caso, por ejemplo, de quien fue gran poeta Jorge Carrera Andrade, celebramos el siglo de su nacimiento. Ni de él ni de otros, las instituciones que están obligadas a perpetuar su existencia, han valorado ni fomentado veneración a su labor.

Tales conmemoraciones se suelen limitar a decir algo de esos personajes, y por lo general quienes lo dicen, lo hacen para sus propios lucimientos. Sin embargo, antes de las fechas conmemorativas nada se difunde de sus obras para mantener su presencia en la memoria de los vivos.

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En el caso de Carrera Andrade, cuántas bellezas contienen sus libros para ponerlos a precios razonables, en manos de la niñez por medio de los hogares y escuelas, o darlas a conocer a través de fascículos. A eso llamo yo difusión cultural al alcance del pueblo.

El recurso mejor de honrar a alguien es con la difusión de sus trabajos en forma permanente, y no solo con oportunidad de conmemorar un centenario.

El Ministerio de Relaciones Exteriores tiene la obligación de difundir los valores nacionales en el extranjero, y otras instituciones como el Ministerio de Cultura, de popularizarlos en el ambiente nacional.

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Carlos Alfredo Carrera Barreto
Quito