Al menos 88 presos amotinados este jueves en una cárcel de máxima seguridad en el noreste de Brasil mantienen como rehenes a 20 personas para presionar a las autoridades para que accedan a una serie de peticiones.
 
Los presos del penal de Alcacuz, cerca de Natal, capital del estado de Río Grande do Norte, liberaron este jueves por la tarde a un rehén que requería tratamiento médico, pero siguen en su poder 19 mujeres, algunas embarazadas, y un guardia del penal, informaron medios locales de prensa.
 
Las negociaciones para poner fin al motín fueron suspendidas esta tarde y, según las autoridades, se espera que sólo sean reanudadas mañana, viernes.
 
Los amotinados piden el regreso de diez reclusos que fueron recientemente trasladados desde Alcacuz a presidios de los vecinos estados de Paraíba y Ceará, también en el noreste del país.
 
También exigen el cese del subdirector del penal, la revisión de algunos procesos y la garantía de que no haya represalia por la rebelión.
 
La dirección del penal se dijo dispuesta a mediodía del jueves a aceptar solamente el regreso de los diez presos, pero la oferta limitada fue rechazada por los cabecillas del motín.
 
La rebelión comenzó el miércoles por la tarde cuando concluía el horario de visitas.
 
Los amotinados redujeron a guardias internos e intercambiaron disparos con los vigilantes externos y cerca de 100 mujeres, 10 de ellas embarazadas, permanecieron en el recinto en un primer momento, según el "Diario de Natal".
 
Las autoridades no precisaron si las mujeres fueron sometidas por a la fuerza o si decidieron quedarse como "rehenes voluntarias" para respaldar la causa de los prisioneros.
 
Según explicaron los propios presos en su lista de peticiones, el motín comenzó después que los parientes de los detenidos supieron que estaban previstas nuevos traslados de reclusos.
 
Los amotinados torturaron hoy a dos agentes y a otros presos acusados de violaciones.
 
Uno de los reclusos, identificado como Wellington Carlos da Silva, logró escapar de los agresores al saltar desde una altura de ocho metros.
 
La semana pasada, un dantesco motín en una cárcel de Rondonia, en el occidente del país, arrojó un saldo de nueve presos muertos, algunos de ellos decapitados a la vista pública por sus propios compañeros.
 
El motín por el control del penal de Urso Grande, en Rondonia, fue apoyado por un centenar de familiares de los reclusos.