La sensibilidad advertía que, por más lícito que fuera ese aumento a algún sector nacional, no se tardarían en conocer pedidos de otros.

Verdad que el dinero no alcanza para enfrentar los gastos del día. Es peor esa falta en los casos inesperados a que están sujetas cada persona y su familia.

Pero las voces oficiales deben percibir, las proyecciones que tendrán las intenciones que se entienden como promesas.

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Forman una paradoja, cuando en el cuerpo estatal o fiscal de servidores no se corrigen las enormes diferencias entre remuneraciones sumamente jugosas y otras escuálidas. Estas cumplidas tardíamente y a fuerza de peligrosas irritaciones.

La disciplina social del país está deteriorada. Ese punto principal debe tomarse en cuenta por quienes, sin sustento técnico suficiente, hacen promesas que en realidad no saben cómo las cumplirán luego. Que se incentive la producción y se fomente el empleo: así se podrá hacer realidad la mejora de los salarios.