El Vaticano presentó este viernes un documento para poner fin a los abusos en la celebración de la Misa, que precisa que no está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cáliz por sí mismos y mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano o se intercambien la Sagrada Comunión.
 
Se trata de la Instrucción "Redemptionis Sacramentum" que, según precisó el cardenal Francis Arinze, prefecto de la Congregación para al Culto Divino, tiene que ser leída como continuidad de la encíclica "Ecclesia de Eucharistia", publicada el 17 de abril de 2003.
 
En esa encíclica Juan Pablo II subrayó que el pan y el vino consagrados por el sacerdote en la misa se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo y ya advirtió contra los abusos que se comete con este sacramento.
 
Los abusos, según Arinze, son muchos y la Iglesia no puede callar. De ahí este nuevo documento, de 70 páginas, dividido en ocho capítulos, y en el que se especifican "abusos graves", entre los que incluye la sustracción o retención con fines sacrílegos de las hostias consagradas o arrojar las especies. Quienes lo hagan incurrirán en la excomunión.
 
Otros abusos graves son simular misas y concelebrar la Eucaristía con ministros de otras comunidades eclesiales que no reconocen al Papa. El texto advierte contra el abuso de ritos de otras religiones, que "hay que juzgar con gran severidad".
 
"Redemptionis Sacramentum" subraya que sólo el sacerdote consagrado puede presidir la misa y que hay que evitar términos ambiguos como "comunidad celebrante" o "asamblea celebrante".
 
El laico está llamado para ayudar en las celebraciones litúrgicas, pero sólo el sacerdote puede pronunciar la homilía.
 
Hay que evitar que la homilía pierda su objetivo de la palabra de Dios y trate, por ejemplo, sólo de política o asuntos profanos, precisa el documento.
 
El texto también advierte sobre las plegarias y a este respecto señala que "no se puede tolerar" que algunos sacerdotes se arroguen el derecho de componer plegarias eucarísticas ni cambiar el texto aprobado por la Iglesia.
 
Tras señalar que compete a la Sede Apostólica ordenar la liturgia, el documento reitera que el pan que se emplee en la Eucaristía tiene que ser ázimo, sólo de trigo y hecho recientemente para que no se corrompa.
 
Rechaza el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, que difieran con lo estipulado.
 
El vino tiene que ser natural, del fruto de la vid, puro, sin corromper y sin sustancias extrañas. "No se deben admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género", precisa.
 
En un listado de prohibiciones, lo que ha llevado a algunos observadores vaticanos a calificar el texto de "burocrático", el documento también se refiere a la música que se debe escuchar y precisa que tiene que ser "sacra e idónea"; a los paños sagrados, "que tienen que resplandecer por su dignidad, nobles y limpieza" y cómo tienen que ser lavados estos paños.
 
También especifica cómo tienen que ser los vasos sagrados y se reprueba los de mala calidad y aquellos de cristal, arcilla, creta u otros materiales que se puedan romper fácilmente.
 
La misa no puede considerarse una cena y, por tanto, el Vaticano advierte que su lugar de celebración debe ser un templo o un lugar digno, pero que hay que evitar una "mesa de comedor, o en un comedor".
 
"Nunca es lícito a un sacerdote celebrar la Eucaristía en un templo o lugar sagrado de cualquier religión no cristiana", precisa.
 
"Quienes pueden recibir la comunión?", el texto precisa que hay que evitar que se acerquen los no católicos e incluso los no cristianos.
 
Arinze recordó que los divorciados no pueden comulgar y se mostró contrario a que lo hagan los políticos que aprueben leyes en favor del aborto.
 
La comunión se puede recibir de rodillas o de pie y el fiel la puede recibir en la boca o en la mano, y el sacerdote debe tener cuidado de que inmediatamente la introduzca en la boca, con el objetivo de evitar que pueda ser utilizada para posteriores ritos sacrílegos.
 
No está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cáliz por sí mismos y muchos menos que se lo pasen de unos a otros. El documento precisa que también hay que suprimir la costumbre en algunas zonas de que los novios en la misa nupcial se administren de manera recíproca la comunión.
 
El comulgante tampoco puede mojar la hostia por sí mismo en el cáliz ni recibir la hostia mojada en la mano.
 
El listado de prohibiciones incluye que no está permitido celebrar cada parte de la misa en momentos diferentes, aunque sean del mismo día.
 
El conveniente darse la paz, pero de manera sobria y solo a los más cercanos, para no alterar la celebración.
 
El documento insiste en que es bueno que haya monaguillos, que pueden ser niños o niñas.