Son los estadounidenses quienes deberían esclarecer en sus elecciones presidenciales de noviembre, sobre todo, si se justificó la decisión unilateral de guerra preventiva contra el odioso y genocida terrorismo, pese a que hasta ahora sigue libre Ben Laden.

Además, determinar si fue acertada la declaratoria bélica a fin de desmantelar armas de destrucción masiva, las cuales todavía no encuentran en Iraq; y también, si vale la pena el descomunal déficit presupuestario en EE.UU. por sobregasto destinado principalmente a operaciones militares, con resultado inédito de una gran devaluación del dólar, y de un grave desempleo aún tenuemente reversible.

Si todos los ciudadanos del mundo votáramos en tales sufragios, fuera más sencilla la solución a estos dilemas, porque no pesaría como factor el hondo sentimiento nacionalista de los norteamericanos que, evidentemente, se sienten y actúan como superpotencia mundial infalible.

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Mientras España, recién ensangrentada por perversos, acabó de dilucidar con votos, que no seguirá de socio belicista. ¿George W. Bush persistirá en su guerra ineficaz, o Estados Unidos, después de nueve meses, saldará en las urnas el precio de la paz?

Juan Gilbert Rizzo
Guayaquil
Al presidente Bush, le está saliendo el tiro por la culata en Iraq; pensó que sus poderosos y sofisticados armamentos de última tecnología (barcos, aviones, cohetes, tanques, cañones y sus robots soldados), aterrorizarían y subyugarían al pueblo iraquí.

Parece que se le olvidó lo que enseñan en los centros de entrenamiento militar de su país, el gran temor al (men power) poder de los hombres, que son los ideales, las creencias y el defender la tierra que lo vio nacer.

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Hoy las diferentes étnicas de Iraq se han cuidado para desterrar al invasor y usurpador de sus riquezas, y luchan con tanta ferocidad que están causando considerables bajas al poderoso ejército norteamericano y sus aliados, y la pérdida de la moral, e incentivan a seguir luchando en una guerra injusta y criminal que muchos prefieren el suicidio, desertar, y llorar en los campos de batalla. Son jóvenes que Bush los sentenció a morir.

El fantasma de la macabra guerra de Vietnam se repite, de donde el águila americana salió derrotada y humillada.

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Héctor García Rivera
Guayaquil
Tan sabiamente el Evangelio de Santiago nos relata: “Las guerras y las peleas vienen de los malos deseos que siempre están luchando en su interior. Ustedes quieren algo, y no lo obtienen; matan, sienten envidia de alguna cosa, y como no lo pueden conseguir, luchan y hacen la guerra”.

Qué gran verdad es esta; si queremos un mundo mejor sin matanzas bélicas, empecemos buscando la paz en nosotros mismos. Trabajemos en nuestro interior, porque no podemos dar al mundo lo que no tenemos.

Econ. Paola Moncayo C.
Guayaquil