El hacinamiento en calabozos de la PJ continúa porque no termina la huelga de empleados  carcelarios.

Al menos 50 reos se encontraban en una celda de aproximadamente 8 metros de largo por 5 de fondo en los calabozos de la Policía Judicial del Guayas (PJ-G), que hasta ayer, al mediodía, alojaba a 396 presos, más del triple de su capacidad que es de 120.

El espacio no era suficiente para que todos pudieran sentarse al mismo tiempo en el suelo, menos aún para acostarse. La leyenda en un cartel sobre la reja de una celda decía: “Ingresados en el día”, la que resultaba irónica al escuchar los comentarios de presos que decían tener 12, 30 y hasta 50 días sin ser trasladados al Centro de Detención Provisional (CDP) de la Penitenciaría del Litoral.

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Desde que se inició la paralización de los trabajadores en las 34 cárceles del país (el pasado 22 de marzo), no se han recibido nuevos internos en el CDP. “Hemos habilitado nuevas celdas”, dijo Bolívar Cárdenas, jefe de la PJ-G, mientras mostraba las bodegas de documentación, habilitadas para recibir más reos (y que también se veían saturadas).

Un mezcla de hedores (orina, humo de tabaco, comida y sudor) llenaba el recinto, mientras moscas y mosquitos volaban sobre el piso. Varios presos miraban ayer con ansiedad la comida que otro detenido tenía en una tarrina y que finalmente tuvo que compartir.

Cárdenas mostró otros problemas generados por el hacinamiento: contenedores llenos de basura, una cisterna de agua prácticamente vacía y saturación en el sistema de aguas servidas.

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Un canal improvisado en los últimos días ayudaba a evacuar el agua sucia desde adentro de los baños, y para la tarde de ayer estaba previsto que un tanquero volviera a llenar la cisterna. “Esta situación se presta para que se propaguen fácilmente enfermedades”, señaló el jefe policial.

Mientras, varios aprehendidos en distintas celdas preguntaban al mismo tiempo: “Jefe, queremos saber cuándo se acaba el paro carcelario”.