El bombero neoyorquino Vincent Forras promueve, a cuenta propia, una academia de capacitación para miles de sus colegas en América Latina, para lograr lo que no pudo en la "zona cero" tras los atentados de 2001: salvar vidas.  La primera experiencia será en Ecuador.
 
Forras, un bombero voluntario de South Salem (norte de Nueva York), fue uno de los primeros en acudir a la zona de desastre de las Torres Gemelas y ahora, vivo de milagro, quiere conjurar el fantasma de la "zona cero" mediante una "misión salvadora".
 
La tragedia fue providencial, explica Forras en entrevista con EFE, porque fue allí, atrapado durante horas en la oscuridad, los escombros y el hedor a muerte, donde su idea cobró vida.
 
"Pensé que iba a morir en ese encierro. La vida me pasó por delante, recordé el nacimiento de mis tres hijos y le rogué a Dios una segunda oportunidad, le prometí hacer algo útil con el resto de mi vida", rememoró Forras.
 
Fue así que primero creó, de su propio bolsillo, la fundación Gear Up (Prepárate), una entidad sin fines de lucro desde donde recaba fondos para establecer una academia de asistencia técnica y profesionalización para América Latina, que sería la primera de su tipo.
 
También se dedica a recoger equipos de oxigenación, chaquetas, cascos, botas y hasta camiones de bomberos, usados pero en buen estado.
 
Donaciones que según Forras son "caídas del cielo" para los bomberos latinoamericanos, especialmente en zonas pobres y rurales donde con demasiada frecuencia acuden a incendios "en zapatillas, pantalones cortos y pañuelos mojados sobre el rostro".
 
Su primera prueba de fuego para este experimento será en Ecuador, país que visitó tras el 11-S por invitación de la empresaria Mónica Carrera -ahora su pareja sentimental- y donde ya ha establecido contactos con el Gobierno del presidente Lucio Gutiérrez.
 
"El 11 de septiembre nos abrumó, el impacto psicológico fue bárbaro. Esto nos hizo pensar en que nuestros colegas en Ecuador, y probablemente el resto de América Latina, afrontan dificultades cuando responden a alguna emergencia, por falta de recursos o capacitación", dijo Forras.
 
Forras, de ascendencia húngara, abandonó su exitosa carrera como empresario de alta tecnología y, aunque aquejado de pesadillas y una retahíla de achaques -producto de su labor en la "zona cero"-, asegura que su "misión de vida" es echar a andar el proyecto.
 
El bombero neoyorquino asegura que no se trata de una misión quijotesca y, mientras, apela al altruismo de líderes de los sectores público y privado de Estados Unidos.
 
"Todos pueden poner su grano de arena en esta labor humanitaria: las empresas que operan en América Latina, los políticos que buscan el voto hispano en EE.UU., y el público que quiera mostrar una buena imagen de su país", observó Forras.
 
La academia, cuya construcción comenzaría en la provincia de Manabí el próximo 10 de octubre -Día del Bombero en Ecuador-, tomaría como modelo la prestigiosa academia de capacitación de bomberos del condado neoyorquino de Suffolk, en Long Island, que el verano pasado ofreció entrenamiento gratuito a cinco bomberos ecuatorianos.
 
Los costos del viaje y estadía de los bomberos corrieron a cuenta de la fundación Gear Up.
 
La academia prevé ofrecer seminarios con audiovisuales sobre las técnicas que se aplican en EEUU para apagar toda clase de incendios, además de capacitación teórica y práctica sobre técnicas de rescate.
 
La academia de Suffolk proveería entre 6 y 8 instructores a tiempo completo y de forma gratuita -salvo los costos de viaje y estancia-, y la fundación se encargaría de coordinar la rotación de otras decenas de bomberos y especialistas de todo Estados Unidos.
 
"Ya que no pudimos salvar a nadie en la zona cero, es bueno saber que tenemos una segunda oportunidad para salvar a otra gente en otras partes del mundo, para educarlos sobre cómo evitar incendios", dijo Forras.
 
Según estadísticas extraoficiales, unos 7 millones de niños sufren quemaduras de gravedad cada año en América Latina, como consecuencia del uso inadecuado de gas propano y leña dentro del hogar y la inexistencia de detectores de humo y de otras medidas preventivas.